A la espera de datos, una vivencia condicionada por el contexto

El experimento sociolingüístico de Euskaraldia termina hoy, tras diez días de esfuerzos cotidianos, vergüenzas superadas y compromisos sostenidos para avanzar en la utilización cotidiana del euskara.

Habrá que esperar para conocer el balance de las entidades organizadoras, pero las ediciones anteriores indican que esta iniciativa deja unas sensaciones que no siempre responden a datos, sino a vivencias particulares. No se puede obviar que la realidad que se vive en cada entorno y territorio de Euskal Herria es tan diferente que tanto las vivencias como los datos pueden resultar engañosos.

Los objetivos sociolingüísticos requieren de otro nivel de análisis y de otros plazos. En el aspecto más sociopolítico de la iniciativa, se han visto menos chapas y, en general, la dinámica ha parecido más discreta. Desde esa perspectiva, la brecha entre quienes han participado y quienes no sigue siendo grande.

Las personas y colectivos que han militado estos días en la experiencia de Euskaraldia llegarán razonablemente satisfechos al día de hoy, habiendo cumplido en mayor o menor medida cuando optaron por ser belarriprest o ahobizi. En el mejor de los casos, habrán logrado cambiar algunas costumbres en su entorno, poniendo las bases para hablar más y con mayor comodidad en euskara; en el peor, habrán detectado qué condiciones les dificultan esa voluntad.

Por último, hay otro nivel de personas favorables al euskara que no son propiamente convocadas a este experimento por razones de contexto o falta de conocimiento y que han apoyado esta iniciativa escuchando, sin entender apenas nada, en un silencio respetuoso y cómplice. Conviene no dejarlos de lado. Son, entre otros, algunos de nuestros lectores y lectoras. Eskerrik asko!

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