Ábalos certifica las dudas sobre el TAV

El Gobierno Vasco organizó ayer en Donostia una jornada ferroviaria internacional, bautizada como Basque Rail Way 2020, con el fin de impulsar su apuesta por la alta velocidad. Para lograr ese objetivo contó con invitados de postín, entre los que se encontraba, por ejemplo, el presidente de la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC) François Davenne. También participó el ministro español de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos.

Una protesta contra el Tren de Alta Velocidad organizada por Mugitu! interrumpió el acto para disgusto de los anfitriones. Sin embargo, fueron las declaraciones del ministro español del ramo las que hundieron definitivamente las expectativas que los organizadores habían depositado en el congreso internacional. Ábalos reconoció que no sabe si será posible que el TAV esté terminado para el año 2023. No obstante, abogó por mantener esa fecha de referencia a fin de mantener la presión y no relajarse. Las dudas del máximo responsable del proyecto reflejan de manera nítida el callejón sin salida en el que se encuentra desde hace mucho tiempo el controvertido proyecto de la “Y vasca”. Una mirada retrospectiva a anteriores fechas de finalización de las obras confirma que las referencias temporales no han servido más que para sostener un proyecto con pies de barro. Álvaro Amann, consejero de Transportes hasta 2005, apuntó al año 2010 como fecha límite; en el año 2009, el horizonte se alejó hasta 2016; más tarde, la referencia pasó a ser 2023 y, ayer mismo, esa fecha también quedó en cuestión por las declaraciones del ministro.

Con todo, lo más grave de la “Y vasca” es que desde el año en el que comenzaron las obras –2006– hasta la actualidad se han gastado ingentes cantidades de recursos que se podían haber invertido en proyectos alternativos mucho más urgentes y necesarios. Ha llegado el momento de cerrar ese proyecto y reconducir una sangría que ya ha costado demasiado a este país.

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