Aita Mari, López Obrador y la opción de actuar de otro modo

El Gobierno español ha denegado al barco de rescate Aita Mari el permiso para dirigirse al Mediterráneo con el objetivo de ayudar a los migrantes que intentan llegar a Europa y naufragan en ese mar. Permiso para ayudar a personas abandonadas a su suerte en medio de un mar, eso es lo que han denegado. Los argumentos esgrimidos para sabotear esa labor de asistencia son los mismos que se dieron para denegar el permiso al Open Arms: Italia y Malta, con el consentimiento de la Unión Europea, tienen cerrados sus puertos a estas embarcaciones de salvamento, lo que dificultaría las condiciones en las que tendrían que operar estos barcos. Sin embargo, no se interpela a esos gobiernos o a la UE para que cambien sus políticas migratorias y ofrezcan rutas seguras. Ante una crisis humanitaria, se prohíbe la asistencia humanitaria. Los gobiernos no hacen su trabajo y para colmo no dejan que voluntarios lo hagan.

En el mismo momento que los representantes de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario denunciaban esta decisión ayer en el puerto de Pasaia, se conocía la noticia de que un centenar de personas habían desaparecido tras partir de Libia, según informaron tres supervivientes que fueron rescatados. Entre los náufragos hay al menos una mujer embarazada y dos niños.

La sociedad vasca debe reconocer y sostener ese tejido solidario que muestra la parte más noble de este pueblo. En el caso del Aita Mari, han logrado reconvertir un barco de pesca en uno de salvamento, pertrecharlo para soportar condiciones adversas, formar equipos y capacitar a los voluntarios, tejer redes de solidaridad en tierra que hagan efectiva desde la ayuda más pequeña hasta mayores compromisos… Se pueden debatir otras alternativas, perspectivas e incluso prioridades, pero no se puede enmendar el valor de iniciativas como esta.
Las instituciones vascas, que gastan demasiadas energías en autolimitar su responsabilidad, deben defender a una sociedad civil que es capaz de hacer lo que el momento moral exige. Es inaceptable que desde Madrid se vete esta iniciativa. La postura del Gobierno del PSOE en este tema es miserable y responde a lógicas que dejan una resaca muy peligrosa. Pensar que no hay relación entre estas políticas cobardes y el auge de la derecha, del racismo y de la insolidaridad es de necios.

Se puede actuar de otra manera

Al otro lado del Atlántico, miles de migrantes centroamericanos iniciaban un nuevo éxodo para llegar a EEUU a través de México. Algo ha cambiado desde la última vez que lo intentaron. La diferencia la marca el nuevo Gobierno de México. Ha llegado la izquierda y va a intentar hacer las cosas de otra manera. No es fácil, porque se enfrenta a la desidia de otros gobiernos de la región y a la criminal Administración Trump.
La decisión de Andrés Manuel López Obrador de ofrecer una tarjeta humanitaria a los migrantes para que puedan transitar con seguridad supone un giro copernicano en las políticas migratorias. Donde antes había represión ahora hay asistencia, cierta seguridad y un plan. Es cierto que, tras décadas de engaños y persecución, muchos migrantes desconfían. Pero de esta nueva política depende algo más que la vida de estas personas, que en sí no es poco. Es una batalla que trasciende a sus protagonistas directos, y la izquierda debe apoyarla en serio. En este terreno, como en otros, se está jugando un nuevo equilibrio en clave geopolítica y moral.

Puestos a hablar de miedo

El discurso del miedo que emplean los reaccionarios azuza los instintos humanos más perversos y enciende las inseguridades individuales y comunitarias. Pero, ¿qué mayor miedo que cruzar un mar en la oscuridad, hacinadas en embarcaciones a la deriva, enfrentando mareas y patrulleras? ¿Qué mayor terror que cargar con hijos e hijas, hostigadas por mafias y policías, superando etapas letales y esquivando vallas? ¿Cómo se puede comparar la incertidumbre cotidiana con situaciones tan extremas? Sencillamente, no se puede. Por eso conviene exponerlo y confrontar con quienes han hecho de la brutalidad bandera. Valores como el coraje, la responsabilidad, la ternura o el compromiso son la argamasa de las razones. Así se arma un muro dialéctico.

No está claro que los reaccionarios y el autoritarismo estén ganando tan fácilmente. Hay ejemplos, pequeños y grandes, que muestran lo contrario. Es necesario ponerlos en valor, defenderlos y proyectarlos.

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