Al año sabemos más del virus que de su gestión

Ayer se cumplió un año de la detección de dos casos de coronavirus en Araba y Bizkaia, hoy será el aniversario del primero en Nafarroa. Con recordar que aún faltaban diez días para que la OMS declarara la pandemia se percibe que estábamos lejos de intuir el impacto del covid-19 y de captar la pérdida de vidas humanas que acarrea.

Como explicaban este fin de semana sanitarios navarros en un reportaje de agencia, no solo tuvieron que trabajar sin descanso, sino también aprender sobre la marcha. Lo mismo nos pasó a los periodistas, a los bomberos, a los trabajadores de la construcción, inclusive a los científicos, cómo no a los políticos. Estos 365 días han constituido un aprendizaje continuo sobre el virus; cómo cortar la transmisión, cómo reducir la mortalidad. También sobre la vida: hemos actualizado valores, reevaluado prioridades, relegado usos sociales, redescubierto la ciencia...

Un año después no solo existe luz al final del túnel sino que cada vez resalta un poco más, gracias a ese conocimiento colectivo acumulado y al esfuerzo coordinado de investigación sin precedentes que sigue gestando vacunas. El abanico de herramientas con que responder y prevenir la extensión del covid-19 en la actualidad contrasta radicalmente con aquellos días en que había muchísimas más dudas y recelos que EPIs o simples mascarillas. Y sin embargo, la gestión institucional ha evolucionado mucho menos que la científica; en este 1 de marzo de 2021 sabemos cómo son las vacunas pero no porqué no se acelera el proceso de inyección, conocemos los sectores de riesgo pero no los motivos del orden de prioridad establecido, hemos aprendido los nombres de las farmacéuticas pero no los de los miembros de los comités de decisión, hemos interiorizado las restricciones pero no su motivo por lugar de contagio... Doce meses después sabemos más del virus que de cómo se está gestionando, y eso es grave en una lucha que reclama confianza y transparencia.

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