Aprender lecciones y actuar sobre el alquiler

No por esperados dejan de ser noticia los últimos datos de alquiler publicados ayer por el Gobierno de Lakua. El precio subió en 2019 un 3,4%, lo que sitúa el precio medio de la vivienda de alquiler en los 667,6 euros. En las ciudades de más de 100.000 habitantes, la media se eleva hasta los 745 euros al mes, y en capitales como Donostia se dispara hasta los 880 euros a abonar mensualmente.
Las consecuencias de estos elevados precios son múltiples y afectan a infinidad de ámbitos. Tampoco hay un solo motivo que explique este crecimiento; la tendencia es global. Tras la crisis ­–en buena medida hipotecaria– de 2008, el alquiler se ha convertido en los últimos años en el último nicho de especulación, de la mano de grandes fondos buitre. Las víctimas, en muchos casos, son las mismas que fueron expulsadas del mercado de la vivienda en propiedad en la anterior crisis. El otro gran grupo de afectados es el de los jóvenes: estos precios de alquiler retrasan de forma insoportable la edad de emancipación efectiva, con preocupantes consecuencias demográficas, desde la baja natalidad hasta el veloz envejecimiento de aquellos núcleos urbanos en los que los alquileres más se disparan.
Pero de poco sirve responsabilizar al mundo del progresivo aumento de los alquileres, que también afecta a Iruñerria y a la costa de Lapurdi. Las respectivas administraciones tienen herramientas para frenar este incremento, y hay numerosos ejemplos de cómo hacerlo. Es imperativo regular el mercado del alquiler, algo a lo que el Gobierno de Lakua se negó recientemente asegurando que aquí no hay problemas con fondos buitre. Poco después afloró la compra de numerosos bloques de viviendas por parte de Azora en Donostia. En la CAV sigue pendiente también el despliegue de la Ley de 2015. Si algo demuestran las grandes crisis que está viviendo este país en las últimas semanas es la necesidad de una acción pública potente y eficaz en todos aquellos frentes en los que está en juego dignidad de la vida. La vivienda no es una excepción.

Search