Azurmendi deja un legado de ideas para la libertad

Es difícil explicar en castellano la importancia que ha tenido Joxe Azurmendi Otaegi, cuya muerte se conoció ayer, en el pensamiento contemporáneo vasco. Y sin embargo es una labor indispensable, porque su influencia en varias generaciones de estudiantes, intelectuales y militantes vascos es inmensa. Reivindicaba el trabajo cooperativo, pensando desde y para la libertad. «Provocando para pensar», decía él. Adoptó la decisión política de escribir, publicar y enseñar en euskara, tomando como referencia todo el país y sus gentes. Tenía la voluntad de pensar como si Euskal Herria fuese un pueblo normal, una nación como el resto, un país más en el mundo, con sus taras, sus tragedias y sus esperanzas. Ni más ni menos, en ningún caso menos.

Seminarista en Arantzazu y Erriberri, estudiante y refugiado en Alemania, miembro del grupo fundador de “Jakin” y de Elkar, profesor de Filosofía primero en Deusto y luego en Euskal Herriko Unibertsitatea, militante del euskara y de la causa vasca… su vida es reflejo de una época marcada por la dictadura, la muerte de Franco, la Transición española y la lucha colectiva contra todas esas estructuras y sus dogmas éticos y políticos. Poseedor de un conocimiento oceánico, su trabajo abarca desde el cooperativismo hasta la tortura, pasando por el nacionalismo y el pensamiento científico. Sus referencias iban desde Immanuel Kant hasta Isaiah Berlin, desgranando todos los pensadores de la modernidad a los que conocía con un detalle asombroso. Era un gran historiador de las ideas y un maestro excepcional.

Parte de su misión intelectual era desmontar las falsedades con las que los nacionalismos español y francés buscan dominar y subordinar a las naciones sin Estado. Con una voz suave y un tono sereno, con una escritura compleja y repleta de matices, Azurmendi era capaz de decir las verdades más duras, las comparaciones más punzantes, las ideas mejor estructuradas y más potentes de forma dialéctica y pedagógica. Miembro orgulloso y humilde de una nación pequeña, herida y dividida, su pensamiento fue a la fuerza disidente y contracultural. Deja un legado que se debe cuidar y desarrollar.

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