Debates de país que la pugna electoral no debería posponer

Sean en julio o en setiembre, las elecciones al Parlamento de Gasteiz van a estar condicionadas no solo por la crisis sanitaria y sus consecuencias inmediatas –sin ir más lejos, el cuerpo sanitario necesita descanso y el sistema debe retomar los tratamientos y operaciones abortados–, sino por la crisis económica y social que marcará, sin duda, el arranque de la siguiente legislatura. No hay un solo escenario en el que el desempleo no crezca, no se cierren negocios y el riesgo de exclusión y la desigualdad no crezcan. La recaudación de impuestos se verá mermada si no se toman medidas que Confebask ya ha dicho preventivamente que rechaza.

Para colmo, si se cumplen las previsiones del Gobierno de Urkullu, en otoño habrá un rebrote del coronavirus. Por eso quieren comicios en julio. Así que es evidente que la campaña no va a ser «normal». Garantizar el derecho a voto a todo el mundo no será fácil. Los debates tampoco podrán ser «normales». Ahora bien, deberían enmarcarse en las grandes corrientes que se están dando a nivel global y alimentarse de las experiencias más interesantes. Por supuesto, habrá que tener en cuenta las dimensiones del país, los problemas que han aparecido y otros que ya se conocían, como los límites del denominado «autogobierno», los derivados de la partición o de no haber cerrado bien y del todo la fase anterior –ahora se entiende mejor la urgencia para que los presos y presas vascas estuviesen en Euskal Herria–. Sobre todo, los debates deberán propulsar políticas de largo desarrollo, con acuerdos amplios y multilaterales, pensados para todos los territorios vascos.

El contexto marcará estos debates. Algunos rasgos definitorios de la globalización se han demostrado peligrosos y difícilmente regresarán. No son sostenibles ni para el capitalismo, que intentará una nueva reconversión soltando lastre. Habrá que ver en qué queda la guerra por la hegemonía mundial entre China y el eje atlántico. El autoritarismo es un amenaza terrible en la que España y Francia, con estilos distintos, siempre han competido muy bien. La guerra entre valores será feroz.

Los pilares de la salud y la educación públicas

Los sistemas sanitarios y educativos vascos no estaban preparados para una crisis de estas dimensiones. Sin embargo, por ahora la han contenido gracias al esfuerzo colectivo de los profesionales de esos ámbitos y al compromiso solidario comunitario. Pero esta no es forma de funcionar y no hay fuerza para resistir nuevas réplicas. Todos esos sistemas y su personal han terminado exhaustos y con poco margen. El recorte del 10% en camas hospitalarias en la última década en Osakidetza debería hacer pensar que no se puede seguir esa senda. Con un 20% de caída en las cuentas públicas no es fácil, pero es momento de invertir en sanidad y educación.

Feminismo y emergencia climática

Son las dos patas sobre las que caminaba el cambio sociopolítico en el mundo antes de la pandemia, y no van a arrodillarse. La primera, porque el sistema heteropatriarcal afecta y daña a todo el mundo, discriminando a la mitad de la población. Su lucha antirracista redefinirá la idea de ciudadanía. Esta revolución es imparable.

En el caso de la emergencia climática, la manera más inteligente de entender la pandemia actual es concebirla como un ensayo general para la crisis ecológica que se acelerará si no se toman medidas radicales. El manifiesto «Por una economía ecológica en la Euskal Herria post-Covid19» ofrece una agenda para un debate serio sobre el modelo de desarrollo vasco. Por ejemplo, las políticas de km. 0 se han mostrado eficientes y viables. Con el marketing gubernamental de hasta ahora no da. Expertos de diferentes familias señalan la necesidad de huir del PIB como indicador de bienestar. Hay que estudiar propuestas como la de un fondo soberano vasco.

Debatir en serio en qué hipotecar al país

Los esquemas de debate de estas y otras cuestiones en la fase histórica anterior han generado un bloqueo en las posiciones de las familias políticas vascas que en esta crisis se demuestra letal para los intereses del país.

Estos debates se darán en un contexto electoral, pero lo que está en juego no es el equilibrio de poder de una legislatura en Gasteiz, sino el futuro de la nación vasca y el bienestar de su ciudadanía. No para cuatro años, sino para 50. Eso implica un liderazgo cooperativo que también debería estar presente en estos debates.

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