El fútbol femenino avanza, la estructura no

La final de la Supercopa femenina de fútbol entre la Real Sociedad y el FC Barcelona terminó con derrota, tal vez demasiado contundente, del equipo de Donostia. Un estadio lleno, un gran ambiente y una afición memorable hicieron que el partido fuera una gran final, que no desmereció de ninguna otra. Hubo incluso sitio para la reivindicación. Las futbolistas protagonizaron un parón de medio minuto al comienzo del encuentro para pedir que se firme de una vez el convenio acordado en diciembre.

El fútbol femenino continúa ganando popularidad y atrayendo a un número creciente de aficionados. A pesar del progresivo éxito deportivo, las jugadoras no han conseguido todavía que se firme un convenio colectivo que recoja las condiciones profesionales que regulen su trabajo. La huelga que protagonizaron en noviembre finalizó con un principio de acuerdo. Las partes siguieron negociando hasta que a finales de diciembre sellaron el pacto definitivo. Desde entonces, los términos que deben regir la relación laboral de las jugadoras están relativamente claros. Sin embargo, la exigencia de asegurar la financiación antes de la firma del convenio llevó a una nueva negociación en la que han entrado, además del programa Élite propuesto por la Federación, los derechos televisivos. Y en ese punto se han vuelto a atascar las cosas. Un giro sorprendente puesto que, sean cuales sean las diferencias, el convenio de las futbolistas debería estar firmado. Los derechos laborales no pueden estar vinculados a otro tipo de acuerdos. Y mucho menos a disputas por el poder entre unas estructuras empresariales y deportivas que se ven  cada vez más como arcaicas, desfasadas y corruptas.

Son las jugadoras las que están popularizando el fútbol femenino y haciéndolo además rentable; y son también ellas las que están perdiendo dinero porque no se termina de firmar un convenio justo. Lo que le sobra al fútbol son esas mastodónticas estructuras que solo se preocupan de su supervivencia y de su poder. Los mismos que «nos robaron el fútbol» quieren robar ahora a las futbolistas.

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