El tozudo telón de fondo que lo cambiará todo

El futuro no está asegurado. Esta afirmación ha dejado de ser una figura retórica más o menos sugerente para convertirse en una cruda realidad. Como recordó ayer el investigador y divulgador Fernando Valladares en un curso de verano de EHU, las aseguradoras estadounidenses cancelaron 90.000 pólizas en los tres meses anteriores a la última gran oleada de macroincendios en California. La razón aducida fue que debían velar por su solvencia. El fenómeno es global. Según un informe de la agencia Product Hackers, las pérdidas de las aseguradoras provocadas por eventos climáticos extremos crecieron un 36% en la última década. Es fácil llegar a la conclusión de que el capitalismo, gran acelerador de la crisis climática, no dispone de las herramientas para hacerle frente. No sirve.

El enunciado es terriblemente sencillo: no es posible mitigar y adaptarse a la crisis climática -ni atenerse a los límites planetarios- con un sistema económico basado en la constante búsqueda del crecimiento. Las implicaciones de esta ecuación, sin embargo, son inasumibles para el sistema capitalista, porque implican su superación. Por ello, no deja de ser lógico, en cierta medida, que después de unos años de auge de las «políticas verdes» a caballo de una demanda social cada vez más consciente, el establishment se haya bajado a las primeras de cambio del tren sin despeinarse. Así, de los «green new deal» del ciclo político anterior se ha dado el salto a la antítesis: una carrera armamentística que no hará sino aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero y relegar, una vez más, al cajón de las buenas intenciones todo lo necesario para hacer frente a la principal amenaza civilizatoria que comparten todos los humanos de este planeta.

Las coordenadas del debate son otras en Euskal Herria, pero ni impiden que la crisis climática sea relegada a un segundo plano, como en la actualidad, ni garantizan dar la discusión en términos productivos y efectivos. No hay margen ni motivos para la complacencia, pues queda mucho por hacer, tanto en mitigación como en adaptación. Aquí también se está cayendo, por la vía de los hechos, en el retardismo.

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