Europa evidencia la falta de proyecto común

Antes de asumir la presidencia, Donald Trump, ha revuelto a todos sus aliados con sus declaraciones sobre recuperar el Canal de Panamá, convertir a Canadá en un estado de EEUU y hacerse con Groenlandia. La respuesta europea ha sido más bien tibia. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, ha evitado otra polémica, como la de 2019, y en un gesto que la honra ha recordado el derecho a la autodeterminación de la isla. Por lo demás, ningún líder europeo ha salido a criticar la injerencia estadounidense. Solamente la portavoz de la Comisión Europea ha dicho que Groenlandia estaría cubierta por la defensa colectiva de la UE. Una declaración sorprendente que olvida que la OTAN existe.

Por otra parte, el oligarca y miembro del equipo de Trump, Elon Musk, ha apoyado a la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), ha criticado al canciller Olaf Scholz y hasta ha osado exigir la dimisión de Keir Starmer. Una injerencia que ha levantado críticas en Europa y que ha llevado al ministro de Exteriores francés a pedir a la Comisión que utilice de una forma «más vigorosa» la normativa sobre redes sociales. La actitud europea corresponde con el respeto a la soberanía y al principio de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, pero contrasta vivamente con las abiertas intromisiones de los líderes europeos cuando se trata de terceros países, el caso más reciente en Georgia. Para completar el cuadro, Trump ha dicho que la guerra de Ucrania es consecuencia del expansionismo de la OTAN y ha culpado a Joe Biden de la misma, con lo que no solo absuelve a Rusia, sino que destroza de un plumazo toda la narrativa sobre el conflicto ucraniano.

La situación recuerda a la salida de EEUU de Afganistán, solamente que aquella vez la protesta europea fue más vigorosa. Da la impresión de que ahora los líderes europeos están entre desconcertados y desmoralizados ante los cambios que se avecinan, y ante los que no tienen un proyecto común, consecuencia directa del seguidismo ciego de Europa. Las declaraciones de Trump disgustan, pero esbozan un proyecto, que Europa no tiene. Urge una reflexión profunda.

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