Igor González Sola, del dolor a las soluciones

La emotiva e imaginativa movilización durante toda la noche del sábado al domingo ante la Subdelegación española en Bilbo ha puesto colofón a una semana de reacciones por la muerte del preso Igor González Sola. Aunque la iniciativa de Sortu llevara como lema Haserre Gaua, no se trató de ninguna explosión de ira estéril, sino de un emplazamiento politico, doloroso como lo son las 49 víctimas de la política carcelaria pero a la vez sereno. Una acción constructiva.

Poco antes de este Haserre Gaua se conoció la posición de EPPK sobre este drama de Martutene. En la misma línea, el Colectivo no camufla su sufrimiento ni elude recordar que hay responsables, pero deja de lado reproches para poner el acento en lo trascendental: las soluciones. El comunicado detalla de hecho tres aspectos que podrían resolverse ya mismo: el traslado a cárceles vascas, la excarcelación de enfermos graves y mayores de 65 años y la aplicación del régimen ordinario. Nadie podrá decir que la comprensible rabia por la pérdida de su compañero haya nublado el horizonte de EPPK ni disparado sus demandas.

Durante la semana ha habido otros posicionamientos relevantes. El Gobierno Urkullu ha dejado claro que no minimiza esta muerte al pedir una «reflexión operativa sobre una mayor humanización y una más clara adaptación de la política penitenciaria a la realidad actual de la sociedad vascas». Y el presidente español, Pedro Sánchez, ha dicho lamentar «profundamente» el fallecimiento; en coherencia cabe esperar una autocrítica implícita y sobre todo cambios que reduzcan la cárcel y la humanicen. En plena pandemia, no solo es lo justo, además es lo prudente.

Frente a ello, y Sánchez lo ha visto mejor que nadie por la revuelta en redes ante sus palabras en el Senado, solo los nostálgicos del sufrimiento y los apóstoles de la venganza. No hay que dar margen a su crueldad, y eso pasa por convivencia y por soluciones. Hay camino trazado: derechos humanos y ley ordinaria. ¿A qué esperar más?

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