Justicia española, esa broma macabra

La decisión de la Audiencia navarra de liberar a «La Manada» con fianzas de 6.000 euros cayó ayer tarde como una auténtica bomba. Primero obviamente sobre la víctima de una violación flagrante a los ojos de cualquiera que haya leído la propia sentencia del tribunal que, contradiciéndose, la redujo luego a abuso. Después, sobre la ciudadanía de Iruñea que dio una respuesta ejemplar a esa infamia gracias a una implicación institucional decidida contra la lacra machista, protocolos adecuados que funcionaron de pleno y una movilización ciudadana imponente. Y, más allá aún, sobre todas las personas que en el Estado y fuera han entendido este caso como referencial para lograr que en 2018 simplemente ninguna mujer deba temer ser forzada sexualmente por disfrutar unas fiestas. No es tan difícil de entender.

Las argumentaciones técnicas son la mera coartada de quienes no captan algo tan simple. La excarcelación es el fruto de una sentencia absurda y un contexto obviado intencionadamente, dado que esos atacantes de Iruñea esperan otro juicio similar en Córdoba. Es inevitable preguntarse si hubiesen tenido el mismo trato de favor si uno no fuera militar y otro guardia civil. Y plantearse dónde están aquí el «riesgo de fuga», la «humillación a las víctimas» y otras argumentaciones tan mentadas otras veces. Lo llaman Justicia, con mayúsculas, pero no es justicia. Justicia es atender a la verdad de los hechos y cuidar a las víctimas, y este caso destila mentira y crea una indefensión atroz.

En seis días hemos visto en Iruñea la mayor movilización de su historia contra el despropósito del «caso Altsasu»; el encarcelamiento «a la carta», en un módulo abierto al efecto, del cuñado del Rey español Iñaki Urdangarin; la corrección de la condena de Altsasu por un error –por supuesto al alza– en la suma de años de cárcel a un acusado; y ahora esta excarcelación escandalosa. La Justicia española es una broma macabra, un entramado de normas y personas imposible de regenerar.

Search