La pelota abre el camino de la oficialidad para todos
El próximo lunes, 2 de junio, la selección vasca de pelota se estrenará en una competición internacional de cesta punta con sendos partidos –de categoría masculina y femenina– contra la selección francesa. Al día siguiente, la pareja de mujeres se enfrentará por primera vez a la selección española. Estos enfrentamientos inéditos, consecuencia directa del reconocimiento de la selección vasca por parte de la Federación Internacional, se darán además en casa, en el marco de la Jai Alai Basque Pilota Nations League, presentada ayer en el Frontón Bizkaia de Bilbo.
A la oficialidad completa le falta camino por recorrer, por supuesto. De momento, solo atañe a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, lo que seguirá convirtiendo muchos partidos de este deporte en partidos de vascos contra vascos, sea cual sea la bandera con la que compiten. Y sin embargo, no valorar en su justa medida el hecho de que la Ikurrina vaya a ondear en pie de igualdad junto a las enseñas española y francesa –y estadounidense, mexicana y filipina– sería contraproducente. Es un paso importante, en la práctica, para todos aquellos deportistas que desde ahora podrán elegir con qué selección jugar, pero lo es más todavía, en el plano simbólico, para todas aquellas personas que quieren ver a su país representado en cualquier foro internacional. Infravalorar el potencial que el deporte tiene para situar un territorio en el mundo sería renunciar a una de las pocas herramientas que una nación sin Estado tiene a su alcance. Madrid y París lo entienden perfectamente, de ahí su resistencia a las selecciones vascas.
El caso de la pelota vasca y la selección vasca era evidente hasta la redundancia. Era un sinsentido que se le negase la oficialidad a una selección que lleva el mismo apellido que el deporte mismo. Pero las razones por las que un pelotari debe poder elegir la selección con la que jugar es exactamente la misma que la que debería permitir hacerlo a una futbolista, un atleta o cualquier ciclista. El estreno de la selección vasca de pelota no debería ser sino un acicate para relanzar la lucha por algo tan básico como que los y las deportistas puedan elegir qué camiseta defender en competiciones internacionales.