Los sindicatos Satse, ELA, LAB, SME, CCOO, UGT, ESK, SAE y Utese han convocado tres jornadas de huelga en Osakidetza, un día en cada territorio, para denunciar las deficiencias de la sanidad pública, que además se han visto agravadas por la actual crisis sanitaria. Consideran que es necesario adoptar decisiones estructurales y achacan al departamento de Salud que no haya realizado todavía ninguna propuesta concreta. La visita del lehendakari, Iñigo Urkullu, al centro de abastecimiento para Osakidetza de Boroa creado durante la crisis sanitaria contraprogramó la convocatoria sindical.

Lo cierto es que alrededor de la sanidad pública los problemas, las quejas y las protestas se han multiplicado. A las deficiencias denunciadas por los profesionales por años de recortes se añaden otras apuntadas directamente por la ciudadanía. Así, el brote de coronavirus detectado estos días en la clínica Asunción de Tolosa ha puesto de manifiesto que ese centro sigue todavía sin publificarse, una antigua reivindicación del movimiento ciudadano de la comarca. Más recortes denunció a principios de mes otra movilización a causa del cierre del servicio de urgencias del Hospital de Zumarraga. Y se han disparado las quejas de los usuarios por el abuso que se hace de las consultas telefónicas y por la práctica paralización de las pruebas de diagnostico y de tratamientos experimentales.

Todo ello conforma un escenario bastante preocupante. Da la impresión de que se ha tomado la decisión política de mantener la sanidad pública bajo mínimos a fin de que la ciudadanía, cansada de la falta de atención, termine contratando un seguro privado. Ya avisó el diputado de Hacienda de Gipuzkoa, Jabier Larrañaga, durante una conferencia organizada por Mondragon Unibertsitatea que durante esta crisis la sanidad se iba a convertir en fuente de desigualdad. Y la misma idea aparece también en las directrices presupuestarias. La sanidad pública no es fuente de desigualdad, a no ser que sea desmantelada.