Las mujeres polacas se plantan por sus derechos

La semana pasada el Tribunal Constitucional de Polonia dictaminó que el aborto por malformación del feto era contrario a la Constitución. Con esa resolución inhumana queda prácticamente prohibido el aborto, puesto que el 97% de las interrupciones del embarazo que se realizaron en 2019 se llevaron a cabo bajo ese supuesto. Tras el fallo, solo en el caso de que exista riesgo para la salud y la vida de la madre o en los casos de violación o incesto será legal el aborto.

La indignación por la sentencia ha provocado importantes movilizaciones que han ido creciendo con el paso de los días y extendiéndose por todo el país. Ayer las manifestaciones se transformaron en huelga general. La fuerza de la protesta ha sido tan grande que ha llevado al poder a modificar su discurso. Si en un primer momento tanto los portavoces del partido Ley y Justicia –en el gobierno– como la extrema derecha y la Iglesia católica valoraron muy positivamente la resolución del Tribunal Constitucional, ahora predominan los llamamientos a la calma y al diálogo. La derecha polaca en su afán por materializar su reaccionario proyecto de sociedad ha reformado el poder judicial para ponerlo descaradamente bajo control del Ejecutivo y así poder modificar aspectos legislativos clave. Ahora, por medio del Alto Tribunal, ha roto el compromiso sobre el aborto que se estableció en 1993 y que ninguna fuerza política ha podido modificar desde entonces a pesar de que no era satisfactorio para ninguna de ellas. Y la reacción de las mujeres ha sido del calibre de la agresión perpetrada contra sus derechos.

El aborto es uno de los temas que más ampliamente ha utilizado la derecha en todo el mundo en su estrategia de provocar reacciones viscerales que arrinconen el razonamiento lógico e impidan el debate político. Pero la fuerza y la movilización de las mujeres que luchan por sus derechos están poniendo al machismo y a todas esos grupos reaccionarios a la defensiva.

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