Los cuidados, entre la ilegalidad y la indignidad

La Asociación de Trabajadoras del Hogar de Bizkaia presentó ayer un análisis sobre la situación del sector, elaborado a partir de las consultas que atendieron durante el pasado año. Las conclusiones que esbozaron no pueden ser más terribles. En relación con el trabajo interno, destaca que es realizado mayoritariamente por mujeres migrantes que buscan regularizar su situación administrativa. La indefensión que genera la ley de extranjería y las promesas –muchas veces falsas– de los empleadores las llevan a aceptar condiciones de trabajo indecentes e impropias de una sociedad avanzada. En cuanto al trabajo externo, la asociación subrayó las precarias condiciones de empleo, así como los míseros salarios que perciben estas trabajadoras, que muchas veces no llegan ni al salario mínimo interprofesional.

Esta vulneración de derechos contrasta llamativamente con la importante labor, no solo social sino también económica, que desempeñan estas trabajadoras. Su aportación en el ámbito de los cuidados es socialmente conocida y ampliamente aceptada. Sin embargo, esta aprobación social no se traduce en una presión para que sus derechos sean respetados, tal y como corresponde a cualquier trabajador independientemente de cuál sea su situación administrativa. En cualquier caso, bastante peor que la pasividad social es la desidia de la Administración, que no dedica ningún recurso a controlar que no se den abusos; ni siquiera dispone de medios para informar a la parte empleadora sobre sus obligaciones. Si bien la legislación básica en este ámbito es competencia estatal, ello no exime de responsabilidad al Gobierno de Lakua, que debería velar por el respeto de los derechos de estas trabajadoras.

Las portavoces de la asociación definieron la situación actual como indigna. Un calificativo que debería llevar tanto a la sociedad vasca como a las administraciones públicas a reflexionar pero, sobre todo, a actuar en defensa de los derechos de todas las trabajadoras del hogar.

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