Miles de pensionistas y una oportunidad de país

La negociación de presupuestos de la CAV para 2019 está suscitando un interés muy especial. La cuestión social ha tomado prioridad por delante de la conveniencia política que suele decantar estas decisiones, casi siempre convertidas en trámites y no pocas veces en cambalaches. Tres factores han confluido para ello: la situación de minoría del Gobierno Urkullu, la evidente radicalización de un PP que ya no quiere regalarle sus votos y, sobre todo, la decidida apuesta de EH Bildu por hacer política en su sentido más noble: transformar las políticas públicas para mejorar la vida de la ciudadanía. Y así, por una vez, y que sirva de precedente, el protagonismo de las negociaciones está siendo para las personas, y especialmente para quienes tienen necesidades más acuciantes como los pensionistas por debajo del umbral de la pobreza o las viudas.

En la mesa abierta por el Gobierno de Lakua y EH Bildu se está hablando de ello con propuestas concretas, como la individualización de la prestación progresiva comenzando por las pensiones no contributivas, y también con cifras, que esta vez sí conectan la macroeconomía (700 millones más de recaudación que el ejercicio pasado) con lo micro, con la pura vida (los 858 euros de pensión mínima planteados por EH Bildu, ante los que de momento Lakua contrapone 783 el próximo año). Supone un debate alentador tanto para las personas como para el país, porque desmonta mitos falsos como que estas políticas se deciden en Madrid o que es inverosímil la opción de acuerdos entre estas dos fuerzas mayoritarias vascas.

Se equivocaría quien pretenda devolver este proceso enriquecedor a las habituales inercias empobrecedoras. Es notorio que el lehendakari, Iñigo Urkullu, hubiera preferido pactar con el PP a hacerlo con EH Bildu. Pero al otro lado de la mesa no tiene siquiera ya una sigla política, sino decenas de miles de pensionistas. Con los que, por cierto, Lakua está en deuda desde el recorte de Patxi López. Hay dinero y competencia para saldarla. Y debe haber mimbres para empezar con ello a hacer políticas de país.

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