No perder la cabeza en la locura del fútbol moderno

El nombre inequívocamente vasco de uno de nuestros deportistas, Kepa Arrizabalaga, fue ayer el más escuchado a lo largo y ancho del planeta fútbol, que equivale a decir del mundo entero. Jamás se habían pagado 80 millones de euros por un portero de fútbol. Es una locura, sí, y también una indecencia, posiblemente, pero así está el mercado libre en un deporte sometido hoy a una doble inflación: la de una (i)lógica capitalista pura sin límite alguno y la del hiperdesarrollo de una sociedad del ocio que pone al fútbol en la cúspide.

Por mucho que este juego sea hoy factor de identificación comunitario y catalizador de sentimientos de primerísimo orden, ni las emociones ni la nostalgia ayudan a interpretar esta noticia. Euskal Herria no va a ser el reducto de los «one club men» (como lo fue en un escenario distinto, el pre-Ley Bosman) ni Real, Athletic o cualquier otro de los nuestros puede soñar hoy día con ganar una Liga como en los 80, competición además absolutamente tergiversada por el injusto reparto del dinero de las televisiones frente al modelo mucho más equitativo de la Bundesliga o la Premier. Este baño de realismo no tiene por qué desanimar a los clubes vascos, que acreditan en general una buena gestión económica –como muestra este extraordinario ingreso del Athletic con Kepa– y deportiva –cuatro representantes en Primera–, ni tampoco a sus hinchadas, siempre que entiendan algo inherente al deporte: ganar no está garantizado, pero competir es un éxito en sí mismo.

El futuro del fútbol vasco no pasa por entrar en esa espiral desenfrenada y a menudo absurda, en la que el «guante de Oro» del reciente Mundial acaba valiendo la mitad que una joven promesa de Ondarroa, sino por preservar la adhesión de sus hinchadas, generar buenas prácticas que atraigan también al resto de la sociedad (como el impulso a los equipos femeninos) y seguir potenciando un fútbol base cuyos réditos ha dejado claros Kepa, sin dejar de reivindicar la equidad de reglas hace tiempo perdida.

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