Nuevos retos para el derecho a decidir

Gure Esku Dago anunció ayer la celebración de una consulta sobre el derecho a decidir en Donostia para el próximo 18 de noviembre. Es la primera vez que se organizará una consulta de este tipo en una capital vasca. En este sentido, se trata de una noticia importante a valorar de manera positiva, toda vez que demuestra que esta dinámica ciudadana sigue viva, dinámica y con capacidad para plantearse nuevos retos de envergadura.

Una iniciativa intrépida que supone un importante salto en lo hecho hasta ahora. Hay que tener en cuenta que en el conjunto de todas las consultas celebradas hasta el momento han sido convocadas alrededor de 600.000 personas. Solo en la de Donostia se convocará a casi a una tercera parte de ese cantidad, lo que muestra la magnitud del desafío. En todo caso, el hecho de que se haya superado en casi un 20% las firmas que se proponía recopilar para poner en marcha el proceso es una buena base para afrontar el reto. No obstante, no resulta nada sencillo acercarse, informar, explicar y animar a participar en una consulta a tantas personas en una gran ciudad. Conviene, además, no perder de vista que la participación lograda hasta ahora en estas consultas ha tenido altibajos; y mientras los éxitos motivan y alientan, las decepciones restan impulso.

En cualquier caso, no es un desafío meramente cuantitativo sino, sobre todo, cualitativo. La convocatoria de consultas sobre el derecho a decidir anima el debate público y ciudadano sobre este derecho. La controversia ayuda a desmitificar y a situar en sus justos términos una iniciativa eminentemente democrática. Las consultas son, sobre todo, un ejercicio de democracia; pero también de autoorganización y de empoderamiento ciudadano necesario para que la sociedad vasca vaya construyendo su soberanía.

El trabajo bien hecho va dejando su poso, aunque muchas veces los frutos del esfuerzo no sean inmediatos. La clave: aprender de los errores y afrontar nuevos retos.

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