PNV y PSE temen a EH Bildu, cuando los que dan espanto a la sociedad vasca son PP y Vox

Hay pocos animales mitológicos más recurrentes en la política vasca –y en la española– que el «líder moderado del PP vasco». De entre sus presidentes y portavoces, los dirigentes del PP que no han pasado por aperturistas lo han hecho como «duro, pero realista» o como «dialogante y cercano». Hasta que dicen lo que de verdad piensan.

Debido a las mayorías sociales vascas, algunos de ellos se muestran más liberales, pero siempre son ultraortodoxos en españolismo e ímpetu represivo. A pesar de ello, PNV y PSE han firmado con ellos todo tipo de pactos, desde «antiterroristas» hasta de legislatura. Las resacas autoritarias han sido bestiales.

Jaime Mayor Oreja, María San Gil, Antonio Basagoiti, Arantza Quiroga, Alfonso Alonso, Carlos Iturgaiz, Javier De Andrés… con nadie han faltado exabruptos autoritarios, lemas retrógrados, discursos de odio o directamente amenazas contra las fuerzas vascas. No asumir la voluntad democrática de la sociedad es un elemento central de su programa.

No cabe olvidar que, en lo personal, atesoran una larga tradición de traiciones y maltrato mutuo; no son «buena gente», ni siquiera entre ellos y ellas.

Aunque por oficio y estilo Javier De Andrés podía engañar, esta semana se ha visto cómo de antidemocráticas y sectarias son sus ideas. Calificar de «anomalía política» a EH Bildu y plantear el «exterminio» de la segunda fuerza del Parlamento, que cosechó un tercio del total de votos, reproduce el relato de la «sociedad enferma» que requiere una terapia de shock.

Si De Andrés hubiera comparecido y pedido disculpas, se podría pensar que fue efecto del fragor retórico. Mandar a un subalterno a decir en una tertulia que «quizá [exterminio] no fue la palabra más acertada» es patético. Le rebaja como líder e interlocutor.

Sobraban razones para elegir a otra Ararteko

Lógicamente, a PNV y PSE les machaca tener acuerdos con el PP. Sin embargo, lo que evitan por todos los medios es cooperar con EH Bildu. Así se explica que hayan variado este año de socios para sacar adelante sus presupuestos en Gipuzkoa y Araba, cambiando al PP por Ekarrekin Podemos. Un giro que ni unos ni otros tienen fácil reivindicar.

El PNV niega un pacto para nombrar Ararteko a Mikel Mancisidor, pero el PP lo confirma. Lo cierto es que la votación se ha ido retrasando porque requería de una mayoría de tres quintas partes de la Cámara, lo que el bipartito logró gracias al PP.

Es de esperar que Mancisidor mejore su euskara. Aquí merece un apunte el parlamentario del PSE Ekain Rico, que ignora que los derechos lingüísticos y los derechos humanos no se contraponen, sino que se complementan. Lo dicen la OSCE y la Unesco –cuyo Centro vasco dirigió, precisamente, Mancisidor–.

A estas alturas, no elegir a una mujer –hubiera sido la primera–, es una oportunidad perdida. No hay excusas, porque candidatas hay muchas y brillantes.

Terrores ficticios y cortinas de humo de manual

A la trifulca montada por el PP y a las críticas de EH Bildu, PNV y PSE han respondido equiparando a unos y otros. Recrean un relato y una atmósfera «noventera», al estilo de los reportajes sobre el conflicto del programa «Informe semanal», con xirimiri y bruma.

El informe real de la actualidad de esta semana indica que tanta bruma tiene, entre otros objetivos, tapar el despropósito del Guggenheim Urdaibai, el nombramiento de Unai Rementeria en la Fundación BBK o el escándalo de Aitor Kerejeta en Hondarribia. Si el lehendakari Imanol Pradales quiere hablar de ética, quizás debería empezar por casa.

Lo triste de todo esto es que PNV y PSE temen a EH Bildu, cuando lo que da miedo desde una perspectiva vasca y democrática es la derecha española.

Search