El partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) inició ayer su proceso de desarme en la zona de Suleimaniya con la quema de armas. En el acto tomaron parte un grupo de combatientes, conformado por una representación paritaria de hombres y mujeres, y cuatro comandantes del PKK. Asimismo, asistió una delegación internacional en la que participa un parlamentario de EH Bildu. Ankara valoró el inicio del desarme como un «paso irreversible» y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dijo que espera que sea beneficioso para una Turquía «sin terrorismo».

El proceso se inició el pasado 27 de febrero, cuando el líder del PKK, Abdullah Öcalan, preso en la isla de Imrali, hizo pública una histórica declaración en la que defendía el abandono de la lucha armada y la disolución del PKK al haber cumplido su misión histórica de haber logrado el reconocimiento del pueblo kurdo. En su llamamiento, Öcalan abogaba por alcanzar un consenso democrático para reestructurar la relación histórica entre kurdos y turcos. El 1 de marzo, el PKK declaraba un alto el fuego y a principios de mayo celebraba su XII Congreso, en el que decidía disolverse y apostar por alcanzar un acuerdo político por medios democráticos. La decisión valiente del PKK abrió un nuevo escenario para el pueblo kurdo que no está exento de peligros. Por un lado, Erdogan puede estar tentado de instrumentalizar la nueva situación para seguir en el poder, en un momento en el que la oposición amenaza su hegemonía electoral. Por otro, está el Estado profundo turco, que hasta ahora ha boicoteado sistemáticamente todos los intentos de alcanzar un acuerdo político.

Con el inicio del proceso de desarme, el PKK continúa haciendo una contribución decisiva para construir un escenario de paz justa y duradera. Ahora es necesario, como reclamaron ayer los representantes kurdos, que Turquía libere a Abdullah Öcalan para que se pueda abrir la vía a la participación normalizada en la política. La lucha de los pueblos por su liberación es siempre un proceso complejo, con avances y retrocesos, donde esperanza e incertidumbre caminan juntas, y el apoyo internacional ayuda a conjurar peligros.