Que el clima negociador no impulse una escalada bélica

El mayor ataque ruso en los últimos meses, realizado con drones y misiles de largo alcance y alta precisión, dejó el pasado jueves al menos 12 muertos y 90 heridos en diferentes ciudades de Ucrania, especialmente en su capital, Kiev. Un día más tarde, ayer, un atentado con coche bomba en una ciudad aledaña a Moscú mató al general ruso Yaroslav Moskalik, alto cargo del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, coincidiendo con la llegada del enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff.

Es probable que este contexto de negociaciones abiertas a varias bandas no sea en absoluto ajeno a la escalada que se ha vivido en el conflicto en la última semana. Es habitual que, ante la expectativa de negociar concesiones para la paz, todas las partes intenten mejorar sus perspectivas y llegar en una posición de fuerza. Pero las escaladas bélicas las carga el diablo, todo el mundo sabe cómo empiezan, incluso por qué, pero nadie cómo acaban. Una llamada a la precaución se impone si lo que de verdad se busca es una paz justa y duradera.
Qué significa ahora mismo esa paz justa y duradera está en disputa. Washington ha priorizado la negociación de la paz de forma directa con Moscú, confiando en que, de un modo u otro y dada la correlación de fuerzas, Kiev tendrá que plegarse a lo que se acuerde, siempre que se ofrezca una salida digna que evite la humillación y que sea rentable para los intereses de EEUU. El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, tomó ayer posiciones y se abrió a «ceder territorio» a cambio de la paz, algo de lo que Ucrania no quería hablar hasta ahora, como por otra parte resulta a priori comprensible.

Es la hora de la diplomacia y la negociación en mayúsculas, únicas bazas para intentar un siempre difícil encaje entre la garantía de los derechos humanos, el principio de la soberanía de los pueblos y el equilibrio real de fuerzas. Sobre ese equilibrio debería reflexionar Europa, apartada del proceso como un menor de edad de una mesa de adultos. Las negociaciones de paz deben implicar también a la Unión Europea, esto debería ser una obviedad, pero para eso, ayudaría que Europa actuase también como si quisiese poner fin a la guerra.

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