Trump es una amenaza para los cinco continentes
El conservador Nasry Asfura fue proclamado el jueves presidente de Honduras, tras unas elecciones marcadas por la suspensión del recuento cuando se anunciaba un empate técnico, las acusaciones de fraude, y las injerencias del presidente de EEUU. Donald Trump amenazó con recortar toda ayuda al país –uno de los más empobrecidos de la región–, indultó al expresidente Juan Orlando Hernández, del partido de Asfura –estaba condenado a 45 años por narcotráfico–, y por último, revocó la visa a un magistrado electoral. Por menos se han suspendido elecciones en la UE.
Paralelamente, también el jueves, el Comando militar estadounidense en África bombardeó Nigeria, el mayor productor de petróleo del continente, en una operación aparentemente solicitada por el Gobierno nigeriano contra objetivos del Estado Islámico. Nadie sabe cuántos militantes murieron, ni cuántos civiles, pese a la manida retórica triunfalista de un Trump que calificó los ataques de «perfectos». El pretexto ha sido la supuesta «amenaza existencial» que sufre la población cristiana en el país más poblado de África, una persecución equivalente a un «genocidio», según el inquilino de la Casa Blanca. Es un argumentario impulsado por la derecha cristiana, contra el que advierten expertos y, al menos hasta esta semana, el propio Gobierno nigeriano. Todos coinciden en señalar que la situación es bastante más compleja y que bombardeos propagandísticos como los del jueves no hacen sino escalar las tensiones en un país compartido prácticamente a partes iguales por musulmanes y cristianos.
Trump está siguiendo a pies juntillas la estrategia de seguridad nacional que dio a conocer a comienzos de mes y que incluye graves amenazas a Europa. Vuelve a hablar de América Latina como de su patio trasero y de África como territorio a explotar. Específicamente «el sector energético y el desarrollo de minerales críticos». El magnate juega a la imprevisibilidad y la disrupción, pero sus objetivos no son ya un misterio. Nadie puede hacerse el loco, tampoco en Europa. Articular y coordinar mayorías que le hagan frente es una urgencia.