La muerte a tiros ayer en Orkoien de un hombre a manos de su expareja, también hombre y que posteriormente se suicidó, pone sobre la mesa un debate complejo y en parte inoportuno, pero necesario y positivo para avanzar en la conciencia y el desarrollo del feminismo. Es el debate sobre la violencia denominada de intragénero. Es complejo e inoportuno porque se solapa con la violencia estructural contra las mujeres, un problema sociopolítico de primer orden. También lo es porque se da en un contexto en el que la homofobia y la lesbofobia, el estigma contra toda relación y modo de vida que se salga del canon heteropatriarcal, sigue siendo norma. Hay riesgo de distorsionar y favorecer intereses bastardos. Pero urge darlo.

La violencia entre parejas del mismo género puede ser entendida como violencia machista sin por eso pretender igualarla al problema de la violencia contra las mujeres y sin menospreciar a las víctimas de la una y la otra. Es evidente que a la víctima de Orkoien no lo mataron «por ser mujer», pero sí lo pudieron matar «porque era suyo» o «porque no lo quería ser». El marco de esta violencia es común, es el heteropatriarcado, desgraciadamente también cuando se da entre parejas no heterosexuales, ni solo en el caso de las mujeres.

El machismo es un sistema y es en base a sus estructuras de poder sobre las que se da esta violencia. Es evidente que mientras la violencia contra las mujeres se da por el hecho de ser mujer, esto no ocurre en el caso de los hombres. Del mismo modo, sin estigmatizar en ningún sentido ni animar ningún prejuicio, nadie es ajeno a este sistema sexista, ni por género ni por orientación sexual. El feminismo es un proceso en el que tanto individual como colectivamente las personas deben ir desaprendiendo roles y construyendo otras formas de relación basadas en la igualdad y la justicia. Unas relaciones libres de sexismo para las que este tema es importante. Un debate destinado a evitar muertes, a salvar vidas para que sean vividas libremente y a dinamitar un sistema sexista y criminal.