Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

Cosas incomprensibles

¿Entienden ustedes algo del caso De Miguel? Resulta que sigue teletrabajando, aunque no se sabe qué estará haciendo. Cobra 58.000 euros al año, cuando el de su categoría no llega a 38.000.

Pasan cosas a diario que no acierto a comprender, como que cuando en el Teleberri dan cuenta de una alarma por bajas temperaturas, la persona encargada de dar la noticia sea una chica en manga corta, o, incluso, con un vestido de tirantes, y, con unos zapatos letizianos de taconazo de aguja, aun en el supuesto de que se encuentre en avanzado estado de gestación. Si la noticia la da un hombre, viste traje de chaqueta contra el frío.

Tampoco entiendo que se encargue la fabricación de trenes para renovar toda la flota de Cantabria facilitando unas medidas que harían imposible su circulación al no caber por los túneles. Ande o no ande, caballo grande. Menos mal que alguien, que no ha sido el comprador, se ha dado cuenta antes de que los convoyes se estrellaran contra la boca del túnel.

Claro, que de esto ya conozco algún precedente: cuando hace ya muchos años se reformó el edificio de la Audiencia Nacional, en cuyas salas el Estado juzgaba a los considerados los más peligrosos enemigos de la patria española, se renovaron los calabozos y la puerta de acceso desde la calle. Cometieron un pequeño error de cálculo, porque las furgonas policiales que trasladaban a los presos para ser juzgados no cabían por la puerta del garaje, así que les dejaban a pie de calle y bajaban andando hasta los calabozos. A diferencia del caso de los trenes, nadie se dio cuenta con anterioridad, así que la chapuza se comprobó a hechos consumados, y siguió así durante años.

¿Entienden ustedes algo del caso De Miguel? Resulta que sigue teletrabajando, aunque no se sabe qué estará haciendo. Cobra 58.000 euros al año, cuando el de su categoría no llega a 38.000. Su anunciado despido es cada vez más en diferido. La persona que denunció su caso tiene peor suerte: no le adjudican ningún concurso, y tres días antes de comparecer en el juicio, tuvo una inspección fiscal. Incomprensible.

Creía que la chaqueta que llevaban los poteadores de Iturribide con txistu y tamboril era un entrañable detalle folclórico, pero debí entender mal: eran Kaikus antibalas, modelo Artolazabal.

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