Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

Juguete roto

Al candidato Pradales le escuece que se critique a la Ertzaintza, pero tendrá que admitir que, analizando las actuaciones más recientes, se está produciendo una deriva preocupante, incluso para el propio Gobierno de Lakua, en forma de protestas por reivindicaciones laborales descontroladas.

A esto hay que añadir el uso de la fuerza de manera desproporcionada en diversas ocasiones que han dado lugar a que se hayan producido heridos entre otros motivos por el uso de material antidisturbios en forma de balas de foam, material que sustituyó a las pelotas de goma, por las indeseables consecuencias de su utilización en forma de pérdidas de ojos, o letales, como en el caso de Iñigo Cabacas. Pero las balas de foam son también armas peligrosas y los proyectiles se disparan a 300 km/h, por lo que si en lugar de dirigirlas contra la pared u otro obstáculo para disminuir su impacto se disparan directamente contra la gente, los resultados son de extrema gravedad. El argumento que suelen utilizar en los atestados sobre estos temas es que no se dispara directamente al objetivo porque el protocolo de utilización lo prohíbe, pero los resultados evidencian que aunque así sea, ese protocolo no se cumple. Y así, nos encontramos los casos de los carnavales de Tolosa o las personas heridas en la intervención en el estadio de Anoeta con motivo del partido contra el Paris Saint Germain, con heridos de consideración que precisaron de intervención quirúrgica o ingreso en la UCI durante días, sin olvidar la muerte de Eneko Valdés en extrañas circunstancias tras la intervención de los Bizkor.

La prueba de cómo se las gastan la tenemos, no solo en el uso de las armas de fuego, sino también en el de la porra o defensa, que es como se llama en el argot policial. Baste citar el 3 de marzo en Gasteiz, en que resultó apaleado un agente al que Erkoreka calificó de «bien infiltrado».

Pero lo peor es que el espíritu de cuerpo les lleva a culpar a los lesionados y a hacer lo posible para que no pueda determinarse el autor de estos desmanes que, a la postre, quedan impunes.

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