Alvaro  Reizabal
Alvaro Reizabal
Abogado

Rusia en auxilio del PP

Ahí están ahora echando una manita a los peperos para que no se aireen sus cuchilladas ni se hable de la chapuza que están organizando para cerrar en falso la herida.

Quién hubiera podido siquiera imaginarlo! Cuando el PP se desangra por todas sus costuras a consecuencia de la luchas fratricidas por el poder, aliñadas con reveses electorales y pérdida de votaciones como la de la Reforma Laboral, a consecuencia de la extraordinaria habilidad para la emisión del voto electrónico del inefable Casero, que, por cierto, está al borde de la imputación, aparece el gigante ruso, invade Ucrania, y de las miserias de los chicos y chicas de Génova no se acuerda ni Dios, y de publicarse algo se hace en un rincón, allí donde se destierran las noticias que no interesan a casi nadie.

Todo el mundo pensaba que la pérfida Rusia había sido definitivamente derrotada gracias al inolvidable gol de Marcelino, pero de eso nada. Y ahí están ahora echando una manita a los peperos para que no se aireen sus cuchilladas ni se hable de la chapuza que están organizando para cerrar en falso la herida, dando, eso sí, la apariencia de que se están aplicando estrictamente los mecanismos previstos en los estatutos del partido para solventar estos problemillas. La ley y el Estado de Derecho por encima de todo.

Los pronucleares no descansan nunca, no en vano se trata de una industria que mueve ingentes cantidades de dinero, y, hace bien poco que han conseguido marcar un gol como el de Marcelino. Resulta que la Comisión Europea le ha reconocido el carácter de energía verde y sostenible, lo que le permitirá recibir inversiones reservadas para las renovables. Pero ha bastado que la invasión rusa de Ucrania se haya producido para que todos nos echemos a temblar al comprobar que las centrales nucleares son objetivo clave en la guerra, que las tropas rusas se han hecho con el control de todas ellas y, por si fuera poco, juegan con las cosas de comer disparando contra la de Zaporiyia pero, eso sí, solo contra un pabellón sin reactores. Una temeridad suficiente para amenazar al mundo entero con que cuando les parezca conveniente pueden volar cualquier central y organizar una masacre. De nuevo la amenaza nuclear, esta vez pintada de verde.

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