Decía Andoni Ortuzar con motivo del Aberri Eguna que el autogobierno «que tenemos» es el instrumento que hará posible la salida de la pandemia y que el PNV manifiesta su máximo compromiso para conseguirlo.

Pero la realidad es terca, y la covid-19 está dejando en evidencia ese instrumento como ineficaz para salir del agujero pandémico, por la absoluta dependencia de las decisiones del Estado.

Euskadi no es más que una simple autonomía, como todas las demás, y carece de iniciativa propia para cualquier medida que no sea de gestión. Nada más que una simple descentralización administrativa.

Buena prueba de ello es que como no se prorrogue el estado de alarma muchas medidas de las que ahora se han adoptado no van a ser posibles fuera de ese paraguas. Madrid, sin ti no soy nada.

De cara a la Semana Santa, Lakua se inclinó por mantener las medidas ya vigentes, pero permitiendo la movilidad y optando claramente por la economía a costa de la salud.

Permitir la libre circulación siempre que se tuviera hecha una reserva con anterioridad habrá beneficiado al sector hostelero, pero, como ya se está demostrando, era pan para hoy y hambre para mañana.

Ahora estamos, otra vez, con un repunte en todos los indicadores, zonas rojas por doquier y, de nuevo, los perimetrajes; y eso que no ha pasado tiempo suficiente para saber las consecuencias de salvar la Semana Santa.

Las experiencias de otros países demuestran que la única vía eficaz para que la economía se normalice es la vacunación masiva de la población y precisamente en eso estamos a la cola. Se dirá que no se inyecta más porque no hay vacunas, pero  eso demuestra que el actual marco estatutario no es el instrumento adecuado para salir de esta.

Si resulta que a Euskadi llegan menos vacunas que a otras autonomías habrá que preguntarse el motivo y por que Lakua admite esa situación.

Y si llegan en la misma proporción la pregunta es por qué en otros sitios se vacuna y aquí van a paso de tortuga.