Anjel Ordóñez
Anjel Ordóñez
Periodista

Calor y miseria

Europa es el continente que se recalienta con mayor rapidez, dos veces más que la media del planeta, como consecuencia del cambio climático. Así lo ha advertido el Servicio Climático de Copernicus, el programa de medición satelital de la UE. Este y otros institutos similares nos sorprenden casi cada semana con un nuevo y alarmante récord en lo que al clima se refiere. Olas de calor, lluvias torrenciales, tormentas nunca vistas, incendios por doquier, sequías persistentes, etc.

Según datos de la propia UE, en el viejo continente se contabilizan pérdidas anuales de alrededor de 9.000 millones de euros como consecuencia directa de las sequías. En la actualidad, dos de cada tres ríos europeos llevan menos agua que el pasado año. Además, 2022 fue el segundo año más cálido desde 1950 y el verano superó esa marca: fue el más caluroso desde que hay registros. La temperatura media europea de los últimos cinco años se situó en torno a 2,2 grados por encima de la era preindustrial. Llueve menos, y hay menos hielo en los glaciares de los Alpes. Otro hito: Europa recibió el año pasado la mayor cantidad de radiación solar en superficie de las últimas cuatro décadas. Las emisiones de carbono que causaron los incendios fueron las más altas del continente en 15 años. Y cuidado con lo que viene, el Centro Europeo de Predicciones a Medio Plazo anuncia que durante los meses de mayo y julio hará más calor de lo normal, y que el verano, en general, será más seco que en años anteriores en la zona mediterránea.

El calor asusta ahora porque llega con fuerza a Europa. Pero el shock climático hace ya demasiado tiempo que causa estragos en el mundo. De hecho, el calentamiento global es uno de los factores que determinan la infame brecha de la desigualdad entre países. Mientras que los ricos han sido los responsables del 80% de las emisiones de carbono a la atmósfera, son los pobres los que pagan la factura más vergonzosa de la historia de la humanidad: hambre, sed, enfermedades, migración forzada, destrucción cultural, explotación laboral... Y mientras tanto, nosotros, rescatando bancos.

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