Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

El cinismo de «actuar en origen»

«Actuar en origen» es el cínico eufemismo con el que las autoridades europeas ventilan tragedias como las 900 muertes en el Mediterráneo de la última semana. Camuflada la verdad entre tanta declaración solemne y sobreactuada, lo que subyace de este dogma es que las víctimas nos preocupan porque han muerto en las puertas de nuestra casa. Si lo hiciesen a cientos de kilómetros, en los patios traseros, en alguna de esas cárceles para extranjeros que proliferan en los países del norte de África, podríamos sentarnos tranquilamente a celebrar que nuestros socios «hacen su trabajo» e incluso ponernos moralistas y censurar, con la boca pequeña, que a veces se les «vaya la mano» en su labor de control de fronteras por el que cobran generosas ayudas comunitarias.

Queremos que el Mediterráneo sea el gran foso de la Europa fortaleza y no permita el acceso de los «miserables» pero nos ponemos estupendos cuando pasa a ser la «fosa común» de la que hablaba en 2013 el periodista Dani Burgui. Solo con grandes dosis de hipocresía pueden gestionar los mandamases europeos sus discursos de preocupación mientras que pagan para que instalar muros más altos, mejor vigilados y lo más lejos posible de sus fronteras. Luego los  disfrazarán de interés humanitario pero, al final, de lo que se trata es de distanciar las tragedias lo suficiente para que la visión de los cuerpos no moleste. Solo desde la más absoluto fariseismo podemos mezclar conceptos como «inmigrante» o «refugiado» y terminar convirtiendo a ambos en una amenaza para nuestra supervivencia mientras observamos, desde lejos, cómo se mueren por el camino.

Si por algo se han caracterizado las declaraciones públicas de los últimos días ha sido por formar parte de una ceremonia de la confusión en la que nada de lo dicho significa lo que parece. Las «mafias» son tramas crueles que se aprovechan de la desgracia para sacar tajada. Cierto. Pero poner en foco en esos deslmados y no en las consecuencias del expolio de África o de las guerras que desangran al sur es intentar curar con tiritas una fractura de brazo. Del mismo modo, cuando Europa pone énfasis en «actuar en origen» no está pensando en solucionar los graves problemas que obligan a emigrar por hambre o a escapar de la violencia. En lo que están pensando es en los obedientes «alis», las Fuerzas Auxiliares de Marruecos que quiebran brazos y piernas en el Gurugú como una subcontrata de Madrid que puede permitirse perpetrar lo que no sería homologable para Europa si lo hiciese la Guardia Civil. En definitiva, «actuar en origen» es permitir que todo siga igual mientras pagamos a terceros países para que cumplan con todo el trabajo sucio bien lejos. Lo suficiente para que no tengamos que verlo.

La política criminal que hace que 900 personas perezcan ahogadas en el Mediterráneo comienza en origen. Lo principal para los hipócritas es que ese origen esté cada vez más lejos. Y si puede ser, rodeado por una inmensa valla de cemento.

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