Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

Ongi etorri, Teresa

 

No nos conocemos personalmente, pero estoy seguro de que sabes que formas parte de la historia que nos hizo ser lo que somos y que nos marca la línea a seguir en el futuro. En mi caso, los libros de Pepe Rei como la primera pista que me señalaba hacia este oficio. Devorar cualquier periódico como si fuese la ventana al mundo que se renovaba cada mañana. Cada página, con curiosidad voraz y reverencia cuasi religiosa. Sin embargo, la constatación definitiva de que terminaría enganchado a los días y noches de humo, letras y tinta fue un camino hacia el kiosko un 16 de julio en el que volví a casa con la respuesta en forma de improvisado periódico y un lema en la portada: «Egin egingo dugu». Bueno, para ser honestos, ahora eso del humo y la tinta es más una nostálgica metáfora, pero ya nos entendemos. Terminé perdiendo una camiseta con el mismo logo, ya descolorida, en una pick-up de camino a Trípoli.

Como decía, no nos conocemos. Y mientras yo observaba con aberración infantil el cierre de un rotativo y el orgullo de un Estado por ciscarse en todas las libertades civiles, tú te encontrabas en manos de la Policía española por realizar un trabajo indispensable para construir una sociedad saludable. Por desgracia, no fuiste la única y la lista de medios clausurados durante la última década es infame. Tanto tú como Jabier y el resto de directivos de «Egin», o Martxelo y nuestros compañeros de «Egunkaria», o Pitu, encarcelado tras la clausura de la web Apurtu, habéis pagado con la prisión, la tortura o la persecución vuestro compromiso con una información que contribuya a sentar las bases de una Euskal Herria libre en todos los sentidos. Nunca lo olvidaremos. Tampoco el silencio hipócrita de tantos supuestos defensores de la libertad de expresión más preocupados en su genuflexa sumisión al poder que en denunciar las aberraciones impuestas por el derecho penal del enemigo.

Pero, pese a todo, aquí seguimos, y seguiremos. Ese será uno de vuestros legados. Gracias.

Ongi etorri, Teresa. Espero que alguna vez podamos coincidir en ese espacio que nunca debiste abandonar. Mientras tanto, aspiro a poder responder dignamente a esos principios de periodismo independiente, rebelde y honesto que, pese a los intentos, nunca ha dejado de existir. Seguir adelante, con todas nuestras limitaciones y dificultades pero con la misma pasión del primer día. Este maravilloso oficio os debe mucho. Zalantzarik gabe, egin, egingo dugu.

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