El gobierno más progresista en los últimos años de la historia de España aprobó los presupuestos más sociales de la historia, la mayor parte recaudados de las rentas del Trabajo, pues el montante de la parte obtenida de las rentas del Capital resulta ser inferior; señal inequívoca de que el régimen español no sólo es tan igualitario como el sistema económico anhelado por radicales marxistas sino que, en las Españas, los dueños de los medios de producción (los patronos), en conjunto, declaran ganar menos que los obreros. Debe ser verdad porque los patronos, gente de principios, educados en colegios de pago, son siempre más patriotas y más católicos que los no emprendedores, abocados a vender su fuerza de trabajo lo que produce desapego a la patria y caer en el agnosticismo cuando no en un ateísmo irredento.

Una parte muy, muy pequeñita, ínfima, de esos presupuestos, 754 €, es destinada al mantenimiento de la tumba de Francisco Franco en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio. De los impuestos que pagamos todos, incluidos los familiares de los 130.000 que se encuentran en cunetas por defender la democracia, una pequeñísima parte va destinada al mantenimiento de la cripta del panteón Patrimonio del Estado donde reposa el responsable de su muerte. Qué ejercicio de tolerancia el de la Transición española, ayudar entre todos a la depauperada familia Franco en el mantenimiento de su tumba. ¿Y a los 130.000? Por 754 serían casi cien millones de euros. No está el país para gastos. Al fin y al cabo están acostumbrados, perdieron la guerra.

Con parte de nuestros impuestos, fondos reservados los llaman, se pagaron a los asesinos de desafectos al régimen de la Transición, el espionaje de políticos de la oposición, la creación de pruebas falsas incriminatorias y un sinfín de acciones opacas a la ciudadanía. Impuestos que dan hasta para pagar las putas del Rey (600 millones de pesetas), presuntamente, por supuesto. Qué menos para el delfín del enterrado en Mingorrubio que nos trajo la presunta democracia española.