Fede de los Rios
Fede de los Rios

El líder rural

A Alicia un conejo le guió al País de las Maravillas, a Feijóo la visión del coito conejil a edad temprana lo ha sumergido en una suerte de tontería permanente

Alberto Nuñez Feijóo: «pertenezco al rural durante todo el tiempo que me quede de vida». Esperemos que mucho, a Dios gracias, por la cosa del humor. Como el aspirante a presidente Pablo Casado que en «el rural» un día afirmaba haber crecido frente a un campo de remolacha y al siguiente frente a un trigal. En periodo electoral, parece, se lleva «el rural». Dice Núñez que cuando rapaz era pobre: ni agua corriente en casa ni, por supuesto, lavadora o frigorífico. Teníamos colmenas, también gallinas y «cerdos algunos pero pocos… uno al año»; su matanza era una fiesta. «Saludábamos a las golondrinas en primavera, escuchábamos a los jilgueros y también nos daban pena los gorriones en el invierno». No aclara el llamado a regir los destinos de España en qué estación del año se deleitaban con gorgoritos jilgueriles ni si las golondrinas devolvían saludo o los gorriones agradecían tal derroche de empatía y compasión por parte de tan delicado comportamiento de lo rural hacia las aves.


Pero sobre todas las cosas, lo que mayor impronta marcó en el Alberto niño: «seguía con interés la procreación de los conejos que había en casa». Ni el alegre folleteo de las gallináceas, ni el envidiable orgasmo porcino (más de medio minuto) llamaba la atención de Albertiño como el apareamiento de los lepóridos cuyo proceso de principio a fin (cópula con único movimiento rápido y reiterativo del macho, eyaculación, chillido y caída al suelo) no llega a los quince segundos. La magdalena es a Proust lo que el conejo a Feijóo.


Prosigue el gallego, «queridos amigos, soy nieto de una abuela del rural y soy hijo de una mujer que creció y que me tuvo a mí y a mi hermana en el rural» y añade, «comprenderéis que una persona nacida en el rural pueda ser candidato a la presidencia del Gobierno es el hecho más democrático o uno de los hechos más democráticos que ha ocurrido en España» (sic).


A Alicia un conejo le guió al País de las Maravillas, a Feijóo la visión del coito conejil a edad temprana lo ha sumergido en una suerte de tontería permanente.

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