Difícil escribir acerca de algo cuando anteayer bombardearon un hospital cristiano repleto de refugiados, ayer una caravana de ambulancias de la Media Luna Roja repleta de heridos y hoy un centro escolar de la ONU. Ya más de cuatro mil niños y niñas asesinados. Todo, aunque grave, resulta menos urgente. Graves y preocupantes las imágenes de los españoles de bien frente a Ferraz exigiendo prisión para los desafectos a la Una, Grande y Libre que soñaba El Ausente tan engominado y siempre tan presente. Ya no les basta con catalanes y vascos, también Sánchez, Díaz y sus acólitos son los que, si no se pone remedio, acabarán con España; así lo anuncia el paralítico del labio superior del trío de Las Azores, un individuo que da más miedo cuando ríe que cuando abronca. Veinte años anunciando el trompetero de la FAES el apocalipsis celtíbero. Allí estaban los buenos españoles dando vítores a Franco y arribaespañas con una Policía inane. La carcundia anda crecida y algo tendrán que ver las arengas de los guerracivilistas en la cadena radiotelevisiva de los obispos con la programación más completa de odio, resentimiento, prejuicios y supersticiones sin fundamento de todo el occidente cristiano. A los obispos, príncipes de la Iglesia, que niegan el informe oficial de los abusos sexuales a los menores bajo su cargo, les parecen demasiados y la jerarquía, lejos de pedir perdón por dar cobijo a pederastas, advierte que no habrá indemnización económica para con las víctimas de abusos “mientras no se haga lo mismo con las abusadas fuera del seno de la Iglesia”. Esta es la caridad asimétrica de los prelados católicos, una virtud teologal para con ellos, no para con las víctimas. Y es que las religiones aman la desigualdad.“Fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; la misma clase de defecto que le cause al hombre, eso es lo que se le debe causar a él” (Levítico 24:20). ¿Y entonces por qué los israelíes no cumplen la Ley que Jehová les entregó? Muy sencillo, ella rige para con los hombres; los palestinos son animales.
