Hace 28 años el Tribunal Supremo del Reino de España juzgó y condenó a la dirección de Herri Batasuna. El 20 de noviembre de 2025 ha condenado al Fiscal General del Reino de España. No se trata de buscar paralelismos simplistas, sino de considerar la tendencia de fondo y situarla en la perspectiva de los 50 años transcurridos desde la muerte de Franco. El dictador quiso dejarlo todo atado y bien atado ya en 1969 al nombrar heredero al Borbón –que ahora esconden como apestado pese a que fue la gran figura de su idolatrada transición–; Aznar dijo hace mucho menos tiempo que quien pueda hacer haga y la judicatura, tan cercana a estos dos personajes, cumple su papel tensando nudos. Pero ahora esa misión exige que el Estado se muerda a sí mismo, porque Estado son tanto el Tribunal Supremo como el Fiscal General. Así que, 50 años después, los nudos siguen ahí, reinventados al calor de una ola autoritaria de dimensión global y especialmente intensa en eso que llamamos Occidente. Siguen oprimiéndonos, sí, pero los nudos también siguen enredando a quienes los pretenden perpetuar, que pese a todo son incapaces de tapar las grietas por las que la realidad emerge, desbordante. Que esa pulsión que alimentó al franquismo y que la dictadura a su vez recreó está viva es algo sabido. Que toma formas nuevas y especialmente peligrosas es cada día más indiscutible.Pero también hemos podido aprender que ni las masacres del golpe fascista, ni 40 años de dictadura, ni 50 de postfranquismo han sido capaces de detener el proceso de afirmación nacional del pueblo vasco. Franco se quiso despedir castigándolo y sus sucesores se empeñaron a fondo, pero hoy es el día en el que el soberanismo transformador está fuerte y dibuja un horizonte alternativo con una enorme potencia. Así que a la mierda Franco y todos los suyos, nosotras y nosotros a lo nuestro: nos vemos en las calles de Bilbo hoy, sábado 22 de noviembre.