Floren Aoiz
Floren Aoiz
Idazlea, Iratzar Fundazioaren zuzendaria

Fiesta, comunidad y esperanza

Está por ver qué proyecto puede canalizar los malestares y las inquietudes de época y los autoritarismos de diferentes colores ganan terreno con sus lecturas simplistas, sus negacionismos etc.

Hay algo especial en el ambiente de las fiestas de este 2022. Saltan a la la vista los efectos de dos años sin fiestas en su formato habitual y las ganas se notan, pero creo que hay algo más, aunque no sea fácil describirlo. Tengo la sensación de que la pandemia ha trastocado nuestras expectativas sacudiendo la idea de lo que podíamos esperar del mundo. Entre calores extremos, incendios, anuncios de males económicos y referencias a todo tipo de colapsos y catástrofes, el verano y las fiestas aparecen como oasis precarios, algo así como una huída, aunque sea efímera, del preocupante panorama que adelantan los pronósticos. Mejor pasar buenos ratos ahora que podemos, aunque, por supuesto, para mucha gente ese «ahora que podemos» ya sería un sueño cumplido.

Puede ser una percepción errónea, pero me temo que todo esto tiene una trascendencia política que no se nos debe escapar. Aunque todavía hay gente que cree que hay una verdad oculta pero transparente que al ser desvelada hará que la humanidad se subleve inmediatamente, está por ver qué proyecto puede canalizar los malestares y las inquietudes de época y los autoritarismos de diferentes colores ganan terreno con sus lecturas simplistas, sus negacionismos y su capacidad para conectar con la sensación de pérdida y agravio que mucha gente experimenta. Pese a adoptar formas muy diferentes entre sí, culpar al ecologismo de los incendios y  al feminismo o las izquierdas soberanistas de dividir a la clase obrera forma parte de una pulsión reaccionaria muy preocupante.

Ese algo que no soy capaz de definir pero intuyo nos dice algo sobre el tiempo que estamos viviendo, con sus sombras, pero también con sus luces, porque la fiesta es la exaltación de la comunidad y el lazo social, la esperanza de un nosotros-nosotras también en tiempo de catástrofes. Ahí hay base para construir colectividad y producir esperanza.

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