Decía Josep Borrell que la Unión Europea condiciona la ayuda humanitaria a Afganistán a que el futuro gobierno «respete los Derechos Humanos, en particular los de las mujeres, el Estado de derecho y la libertad de los medios». Ya. ¿Y qué pasa si el nuevo gobierno no los respeta, que es lo que de los talibanes cabe esperar? Se abandonará a la población afgana a su suerte en el infierno y sin ayuda? Cierto que tienen sus adeptos, que no son pocos, y hasta sus adeptas, pero sería una posición muy poco humanitaria, y más cuando tan pocos remilgos gastan con los Derechos Humanos, en particular los de las mujeres, el Estado de derecho y la libertad de los medios si de Arabia Saudí o Emiratos Árabes se trata. Claro que no piden ayuda humanitaria, solo hacen negocios. Y muy lucrativos. Además de dar jugosas comisiones y un cómodo refugio a Juan Carlos de Borbón. Será por eso que nos llevan a espantarnos por el burka de las afganas pasando de largo por el niqab de las sauditas. A estremecernos porque el ISIS obligue a las niñas a casarse con sus soldados sin recordar que Emiratos condena a mujeres embarazadas a morir lapidadas. A horrorizarnos por la crueldad de los talibanes silenciando que en Arabia se crucifica a los disidentes y se descuartiza a los periodistas. A Afganistán le ponen condiciones; a los otros, alfombra roja.
