Iñaki Lekuona
Iñaki Lekuona
Irakaslea

Chino

Xi Jinping aterriza hoy en París en su primer regreso desde que nos llegaran desde China imágenes de la población protegiéndose con indumentarias inverosímiles ante una epidemia que parecía tan ridícula como virtual, pero que acabó presentándose tan real y tan viral en las casas de Occidente, que se propagó rápidamente, transformándose en pandemia y trayendo consigo restricciones sociales y obligaciones morales que nos dejaron marcas más profundas que las de aquellas vacunas que nos inoculaban en lo alto del brazo.

Y con aquel episodio distópico olvidado, Xi regresa al tópico de las visitas oficiales en las que no faltarán las críticas hacia el gobierno chino y su enfermiza obsesión por reprimir las minorías étnicas. A pesar de ello, Macron no dudará en recibir a su homólogo con un abrazo caluroso, principalmente para palparle la billetera en estos tiempos difíciles en los que la deuda mantiene al tesoro público en la UCI, pero también porque el presidente francés y la mayoría de sus conciudadanos padecen esa misma afección chovinista que les priva de sus sentidos elementales y que provoca que las reivindicaciones culturales, lingüísticas y políticas de los pueblos que no son el francés les suenen todas a chino. Ahí, París y Pekín hablan el mismo idioma.

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