Irati Jimenez
Irati Jimenez
Kazetaria eta idazlea

La palabra de la P

Cuando pedimos disculpas aceptamos nuestra humanidad, y aprender a pedirlas con sinceridad no solo forja el carácter sino que revela la grandeza del espíritu.

Hace tiempo que los negros estadounidenses decidieron que el resto de sus conciudadanos tenían que dejar de utilizar el epíteto racista con el que los dueños de los esclavos se referían a los seres humanos de su propiedad. Una palabra que no voy a repetir aquí, pero que es fácil encontrar en internet y a la que cualquiera puede referirse por su primera letra como «la palabra de la ene». Es una forma de poder hablar de algo sin repetir eternamente una palabra dolorosa para el pueblo negro, que cualquiera que sienta la mínima sensibilidad hacia la historia de su opresión, debería querer evitar. Intentar no pronunciarla es un gran ejercicio. Nos recuerda que las palabras tienen un enorme poder para hacer daño y que tienen, por tanto, un poder inmenso para repararlo.

Por eso me parece tan trágico el problema social que tenemos con una palabra tan sanadora como «perdón». ¿Por qué a tanta gente le cuesta tanto o simplemente no puede decirla? ¿Es el cainismo político español que lleva siglos violentando conciencias y afeando esta palabra tan bonita el que nos hace mirarla con desconfianza? Teniendo en cuenta que el problema tiene un claro sesgo de género, ¿es el patriarcado el que ha hecho creer a los hombres que se humillan si piden perdón y les ha arrebatado esta herramienta trascendental para poder pasar página, vivir en paz y transformarse?

Sea como sea, es triste y hasta trágico que lo que ha hecho Karlos Arguiñano esta semana pidiendo disculpas al final de la temporada a quienes hubiera podido molestar u ofender sea a la vez tan admirable y tan inédito. Porque cuando pedimos disculpas aceptamos nuestra humanidad, y aprender a pedirlas con sinceridad no solo forja el carácter sino que revela la grandeza del espíritu. Es más. Me atrevo a decir que pocas cosas hay en este mundo más inspiradoras que el encuentro entre los grandes corazones que saben perdonar y los grandes espíritus que saben pedir perdón.

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