El magnate tecnológico, Mark Zuckerberg, acaba de declarar que echa en falta energía masculina en el mundo, mientras se escora hacia Donald Trump, a cuya investidura acudirá al lado de Elon Musk y Jeff Bezos. Silicon Valley demostrando que acumularon para acumular y controlar más, del lado de posiciones autoritarias. Qué tranquilos estarán, al fin y al cabo hoy la amenaza explosiva viene de ellos. Pero volvamos a la dichosa energía masculina: aunque si intentas definirla te dolerá la cabeza de pura ambigüedad, lo malo es que entendemos a qué se refiere. Decía Judith Butler que el género es una copia sin original, pero funciona como adoctrinamiento patriarcalizante.Por cierto, Mark, con su nueva escarola en la cabeza –oye, a favor de la permanente, se la ponga quien se la ponga; a mí no me parece ni masculina ni femenina, me parece rizada–, se queja de haberse criado entre hermanas y de tener solo hijas. Pobrecitas, aguántalo. Pero en los últimos tiempos, ha descubierto lo bien que sienta «quedar con los colegas y pegarnos un poco». También habla de los beneficios de las artes marciales y de la caza para los hombres, y de «una cultura que celebre la agresión un poco más». Ya está todo dicho. Eso sí, no le veo proponiéndole pegarse un poco para calentarse el frío día de la investidura a Georgia Meloni, por la cuenta que le trae al jefazo de Meta.Lo peligroso es que este repliegue esencialista, binario, patriarcal, no viene esta vez solo desde la reacción facha; parte del feminismo, y sobre todo un feminismo muy aupado, categoriza a los hombres como agresores y a las mujeres como víctimas. No, nuestra propuesta revolucionaria feminista es mucho más rica, más compleja, y sobre todo posibilita el cambio deseado. Ojo cuidado con ese esencialismo tentador binario que enseguida regresa a posiciones puritanas, donde las mujeres en bloque deseamos una sexualidad más suave, dulce, difusa, temerosa, y encontramos solo violación. Cuando argumentas como facha...