Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

La venganza de las travestis

«No me he sentido parte nunca de una sociedad que me ha dicho ‘tú no eres quien eres’, ‘tú no tienes el género que crees tener’, por lo tanto ‘tú no puedes vivir’, porque eso es lo terrible»

Se llama Camila Sosa Villada, acabo de descubrirla, y estoy completamente in love por ella. Novelista, dramaturga, actriz, prostituta y trans argentina, aunque ella se erige a sí misma y a las suyas como travestis, negándose a negociar aceptabilidad alguna. «No me he sentido parte nunca de una sociedad que me ha dicho ‘tú no eres quien eres’, ‘tú no tienes el género que crees tener’, por lo tanto ‘tú no puedes vivir’, porque eso es lo terrible. Cuando te niegan esa posibilidad, lo que están haciendo es lanzarte a la calle a ser prostituta y a que te acuchille un borracho porque no soportó desearte. Entonces yo no puedo sentirme parte de eso». La esperanza de vida de las mujeres trans en Argentina es de 35 años. Ganó el premio de literatura Sor Juana Inés de la Cruz en la anterior edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara con su novela “Las malas”, donde retrata, recrea, reinventa y reivindica a su comunidad de mujeres trans callejeras, pendencieras, revolucionarias.

Al recibir el premio, la bellísima Camila advirtió: «se sienta un precedente con esta indecente escritora travesti que recibe tamaña distinción. Y, como dice Susy Shock, mi comadrita, se inaugura la venganza de las travestis, por donde menos se lo esperaban: a través de la palabra».

Comenzaron compartiendo sus fotos de las noches vividas en un grupo de facebook, hasta llegar a unas 10.000, y ahora llenan museos de todo el mundo y la venerada Nan Goldin está in love por ellas. Son el Archivo de la Memoria Trans Argentina. «Esta no está, a esta la mataron, esta murió», eran frases que repetían tanto que su primera retrospectiva llevó ese nombre. María Belén Correa, la guardiana actual del proyecto, la clava. «Como no teníamos un espacio que hablase de nuestra historia fuera de la psiquiatría y la policía, tuvimos que inventarlo. Construimos el derecho a la memoria, a tener también momentos lindos, a irnos de los lugares comunes sobre nuestra comunidad y armar otra narrativa posible».

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