Creo que una de las cuestiones más interesantes del futuro próximo de Sortu es el debate sobre su relación con el resto de fuerzas que componen EH Bildu. Sortu es un partido, pero dentro de la cultura política de la izquierda abertzale los partidos son también «algo más que partidos». O por lo menos no son partidos canónicos, no responden al prototipo del ahora socialmente tan desacreditado «sistema de partidos». Conste que esto no es patrimonio de la izquierda abertzale; el caso sudafricano, con el ANC y el SACP, resulta aquí muy ilustrativo. Creo que fórmulas como Die Linke o Syriza van en esa dirección, con todas sus diferencias. Y conste también que dentro de ese esquema de ser «algo más que un partido» no todos son casos de éxito, los hay que no llegan ni a secta. Para ser «algo más» la condición mínima e indispensable es «ser», en este caso ser un partido político.
Una de las tesis que mantienen los adversarios de la izquierda abertzale es que una vez lograda la legalidad ese movimiento político va a ningunear, fagocitar, quebrar, anular… a los partidos que le han acompañado y ayudado en su andadura de estos últimos tiempos: Eusko Alkartasuna, Alternatiba y Aralar. Es decir, en términos kantianos, que esos otros partidos han sido meros instrumentos para sus fines (objetivos que desde esa perspectiva eran lograr la legalidad, una relevante representación institucional y un trozo de moqueta lo más grande y mullido posible, lo cual muestra de su escaso conocimiento de esta tradición política o su mala voluntad. La realidad de las instituciones donde ya gobierna Bildu así lo demuestra; sus defectos serán otros, pero no ese espíritu arribista y derrochador tan extendido en la clase política oficial).
Creo sinceramente que el tiempo y el buen hacer de unos y otros mostrará la falsedad de ese planteamiento. Sortu ha nacido para dinamizar Bildu, para empezar porque tienen capacidad para ello. Pero que lo consiga dependerá sobre todo del talento con el que lo dirijan sus cuadros y del compromiso que demuestren sus militantes. Y de acertar, que no es fácil. En adelante, en ese frente amplio, a los líderes, a los militantes y a los representantes se le deberá juzgar por su capacidad política y su compromiso, no por su adscripción. Son todos ellos valores revolucionarios, por lo que, dada su tradición, para los promotores de Sortu no debería haber mayor problema.
Lo más importante, el carácter estratégico de los acuerdos entre esas fuerzas ya es explícito y está rubricado. Habrá mejores y peores momento, pero si no se pierde el norte y se hablan las cosas con honestidad y espíritu constructivo, creo que eso está garantizado. Por si acaso, me atrevo a dar un consejo para evitar que alguien se olvide de lo realmente importante y caiga en tentaciones hegemonistas respecto a sus aliados (camino por el que se acaba perdiendo la batalla por la hegemonía con sus adversarios): todo aquel que piense que Sortu debe ser «algo más que un partido», que recuerde también que Bildu es ya de hecho «algo más que una coalición». De hecho, es un fenómeno político único, una fuerza social, política e institucional que empuja con fuerza el proceso político abierto. Una referencia tanto para quienes pensaban que las cosas debían hacerse de otra manera como para quienes creían que no podían hacerse de otra manera. Y todo ello va más allá de lo estrictamente ideológico o intelectual. Tiene un elemento sentimental que no conviene despreciar o minusvalorar.
Por eso pienso pienso que quienes, en el buen sentido, quieran hacer de Sortu algo más que un partido, deberán esforzarse por igual en que Bildu –o EH Bildu– siga siendo más que una coalición.
Posdata.- Siempre me resultó paradójico que Herri Batasuna, que en principio era una coalición, funcionase más como un partido que como la mera suma de sus componentes y que, mientras tanto, Batasuna, que en origen iba a ser un partido, diera pie a funcionar más como una coalición –si no de partidos sí como mínimo de intereses–, especialmente por los errores que se cometieron en el debate fundacional y por el tema de las famosas corrientes. [Esto no es del todo cierto, es mitad provocación mitad crítica, pero creo que este es un tema fundamental del debate ideológico y organizativo que se abre ahora, y por eso me ha parecido bien meterlo]
