Martxelo Díaz
Tras el acuerdo alcanzado con Miguel Sanz y Alberto Catalán el pasado viernes, Yolanda Barcina se ha asegurado un congreso de UPN tranquilo. Seguirá de presidenta del partido y los corellanos no le presentarán una candidatura alternativa.
Sin embargo, Barcina ha tenido que dejar muchos pelos en la gatera para lograr la paz en UPN. Podemos decir que el viernes el futuro del Gobierno navarro pendió de un hilo. Lanzó un órdago, poniendo en la mesa la continuidad del Ejecutivo, cada día más debilitada, para frenar a Catalán y a Sanz. La jugada le salió bien, pero Barcina mostró sus cartas. En la próxima ocasión, no podrá recurrir al mismo farol.
Barcina mantendrá la presidencia del partido, pero la figura de Catalán aparece más reforzada que antes. Seguirá siendo vicepresidente, pero con mucho más poder ejecutivo en el seno del partido. Mientras, Barcina se dedicará al Gobierno –que tiene tela– y se limitará a ser algo más que una figura decorativa en el partido. Saldrá en los carteles e intervendrá en el Día del Partido, pero el que cortará el bacalao con los militantes será Catalán (o Sanz).
Ya lo reconoció Miguel Sanz en la entrevista concedida a Onda Cero El partido estaba manga por hombro, ya que Barcina no le prestó la atención que necesitaba. Las tareas de Gobierno (el recortar sin descanso) le han quitado mucho tiempo. Y, según Sanz, UPN necesita «dedicación full time», una persona que visite los pueblos y las agrupaciones locales y se entreviste continuamente con los afiliados . Y esa persona será Catalán y no Barcina.
Y luego dice Sanz que no se plantea volver a la política.
