Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
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COP29 en Azerbaiyán: el zorro en el gallinero

Potencia petrolera y gasística en el Cáucaso, Azerbaiyán acoge estos días una conferencia, la COP29, cuyo objetivo es luchar contra las causas de la emergencia climática.

Su presidente, el tirano Ilham Aliyev -heredero de una dinastía inaugurada por su padre (Heydar), dirigente comunista azerí en los tiempos de la URSS-, ha anunciado que una de sus principales causas, el petróleo y el gas, son «un regalo de Dios» y ha anunciado que aumentará hasta un tercio su producción de gas, una decisión incompatible con sus compromisos bajo el Acuerdo de París.

Preside la Conferencia su ministro de Ecología y Recursos Naturales, Muxtar Babayev, ejecutivo de la empresa de petróleo y gas Socar.

Lo mismo ocurrió el año pasado en la COP28, que se reunió en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), bajo la presidencia de un magnate del petróleo, el sultán Al-Jaber.

En ambas ediciones ha habido quien justifica la extrañeza por semejantes sedes asegurando que elegir países petroleros puede ser un acicate para sus compromisos.

Azerbaiyán cumple de sobra con el «requisito». La mitad de su economía depende de los combustibles fósiles que extrae del Mar Caspio y  representan el 90% de sus exportaciones.

Pero hay un motivo más prosaico que explica que Baku acoja la conferencia hasta el 22 de noviembre. La Rusia de  Putin, no menos petrolera, boicoteó su celebración en un país de la UE. 

La historia es circular. Arranca en la república soviética de Azerbaiyán y acaba en Rusia. La próxima COP30 en Novosibirsk, capital de Siberia, y en medio del permafrost que se derrite sin pausa.

O mejor, en Mar-a-Lago, mansión de Trump en Palm Beach, Florida. Preside, cómo no, el propio Trump. A su lado, el dueño de Tesla, Elon Musk.

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