Mientras no pasa un día sin que Trump amenace a tirios y troyanos con deportaciones de migrantes y de comunidades enteras (Gaza), con aranceles y con imposición de «procesos de paz» a países invadidos (Ucrania) y a pueblos ocupados (saharauis, palestinos), el presidente de EEUU ha puesto alfombra roja al primer ministro indio.
No hay duda de que Modi, quien ya había accedido a acoger a los migrantes indios sinpapeles repatriados de EEUU, ha hecho su parte y se ha comprometido a reducir el superavit comercial de 50.000 millones de dólares. Para ello negociarán un acuerdo que prevé elevar a 500.000 millones los intercambios comerciales para 2030.
Trump, que insiste en incluir a India entre los países sometidos a sus nuevos aranceles, se mostró eufórico ante la promesa de que EEUU se convierta en el primer proveedor de petróleo y gas a India, sustituyendo a la energía a precios políticos que vende Rusia a Nueva Delhi, y por el anunciado aumento sustancial de la venta de armamento estadounidense, incluidos los cazas F-35.
Pakistán, rival histórico de India, está que trina y el acercamiento tampoco ha gustado a China, con la que india prevé rivalizar como potencia regional asiática energente.
Trump lo sabe y se ha mostrado dispuesto a perdonar los pecadillos de Modi.
Y es que su amistad es de vieja data, como se vio en el primer mandato del magnate.
Porque, en el fondo, son bastante parecidos. Mientras Trump fomenta la polarización y la contraguerra cultural, Modi alimenta el panhinduísmo y la islamofobia para seguir en el poder. Que se lo digan a las familias de los miles de musulmanes masacrados en progromos en Gujarat siendo él gobernador.
Modi hizo suyo el lema de Trump con el MIGA (Make India Great Again)«Cuando unimos MAGA y MIGA se convierte en MEGA», sentenció. MEGAmiedo el que dan estos dos.
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