El cine vasco se vistió de domingo en el Zinemaldia de este año. Poco queda por decir sobre la importancia de Alauda Ruiz de Azúa, cuya serie "Querer", dicho sea de paso, me pareció impresionante. La habilidad de esta mujer para reflejar la complejidad de las relaciones humanas es para quitarse el sombrero. Y qué decir de la significancia simbólica de la Concha de Plata a Jose Ramón Soroiz, actor que ha trabajado siempre en euskara, o de la propia "Maspalomas", rodada en euskara. No soy crítica de cine, no es mi terreno, pero resulta evidente que el cine vasco, tanto en euskara como en castellano, está dando pasos de gigante y se puede detectar un sentimiento de alegría y orgullo en torno a este tema.Pero la botella no siempre se ve llena. Es cierto que nadie quita ningún mérito a Ruíz de Azúa ni a "Los domingos". Pero sí he oído alguna voz echando en falta más cine en euskara. O, dicho de otra manera, preguntándose si realmente podemos hablar del triunfo del cine vasco cuando la mayoría está hecho en castellano. Me ha venido a la cabeza un viejo debate. Ni qué decir tiene que sería maravilloso que una gran parte de la producción cinematográfica fuera hecha en euskara. Eso significaría que la mayoría de la ciudadanía vasca entiende o utiliza el euskara como su idioma principal. Pero no es el caso. No es el caso, y parece que nos cuesta aceptarlo. En el terreno social o político afirmamos con rotundidad y hasta con orgullo que consideramos vasco o vasca a todo persona que vive (a veces se añade «y que trabaja») en Euskal Herria, venga de donde venga y hable el idioma que hable. Pero cuando nos topamos con el tema de la producción cultural, ya es otro cantar. El cine hecho en Euskal Herria en español o en francés es tan vasco como el hecho en euskara. Si no tenemos ninguna duda de que Nico Williams es vasco, ¿por qué exigiríamos a Alauda Ruiz de Azúa, o a cualquier otro, que ruede sus películas en euskara para poderles poner la etiqueta de «cine vasco»?