NAIZ (Fotos: G. SARTORIO/AFP)
Jóvenes artistas que participan en la iniciativa ‘Arte para la memoria’.
Jóvenes artistas que participan en la iniciativa ‘Arte para la memoria’.
G. SARTORIO (AFP)

El poder del arte para la memoria

En Kigali hay un grupo de jóvenes artistas que no conocieron en persona el genocidio de Ruanda pero que han impulsado la iniciativa Art for Memories. Su objetivo es conseguir que los supervivientes puedan mantener vivos los recuerdos de las víctimas convirtiendo imágenes en retratos dibujados.

Ella sobrevivió a las masacres. No tuvieron la misma suerte ni sus padres ni su hermana mayor. Treinta años después del genocidio de los tutsis en Ruanda, el único recuerdo que Aliette Nyirahabimana conserva de sus familiares desaparecidos son unas cuantas fotografías descoloridas.

Para dar vida a sus recuerdos y a sus rostros, acudió con sus fotografías a un taller de artistas en Kigali para que el colectivo ‘Arte para la memoria’ convirtiera sus preciadas imágenes en dibujos. Su motivo lo resume en una breve frase: «Para poder conservarlos conmigo». Tiene hoy 41 años, también es madre y acude al estudio visiblemente conmovida, entre lágrimas.

«Mis hijos me preguntan a menudo cuándo mataron a su abuela. Me hacen muchas preguntas sobre qué pasó con la familia», explica. «Entonces, a través de los dibujos, podrán reproducir una imagen de «estas personas, entre ellas mi hermana mayor, que fue asesinada antes de poder casarse o tener hijos».

En el estudio de la capital de Ruanda, jóvenes artistas y estudiantes de escuelas de arte sujetan tabletas y cuadernos de dibujo donde reproducen cuidadosamente retratos y fotografías familiares de una época pasada.

Hacen su trabajo ilusionados. Y satisfechos con los resultados. Orgullosos de poder contribuir. Y hacen un llamamiento expreso: «Invitamos a la gente a que nos envíen imágenes de sus seres queridos por correo electrónico, en las redes sociales, por WhatsApp y noostros nos encargaremos de devolver a la vida esas fotos dañadas», dice King Ngabo, un artista de 28 años que colabora en el proyeto por iniciativa propia.

Desde su lanzamiento en abril de 2023, el colectivo ha realizado voluntariamente alrededor de 450 retratos de víctimas del genocidio. Hay quienes los describen como una gota en el océano de sangre de los 800.000 asesinados entre abril y julio de 1994.

Rehabilitación

La mayoría de los artistas del proyecto –como más del 70% de la población ruandesa, de 30 años o menos– no experimentó ni presenció los 100 días de matanza que asolaron este pequeño país de los Grandes Lagos africanos. Por eso, mientras trabajan y mantienen contacto directo con quienes acuden a ellos para confiarles sus recuerdos de papel, descubren nuevas facetas de la tragedia. Y lo agradecen de verdad.

«Cuando era niño, nos informaron sobre el genocidio tanto en la escuela como en casa; los padres a veces hablan de ello. Pero, cuando me incorporé a esta iniciativa, aprendí más, conocí más detalles que desconocía», confiesa Manzi Yvan Bryan, de 19 años.

«Pensé que sabía más sobre el genocidio porque había visitado muchos monumentos conmemorativos» –añade Ngabo–, pero nunca había tenido la oportunidad de hablar con los supervivientes». En realidad, ellos, quienes salieron vivos, son los que más información aportan a quienes aún no habían nacido y siguen teniendo muchas preguntas sin respuestas.

Los artistas de esta generación posgenocidio son conscientes de que su trabajo les brinda la oportunidad de «rehabilitar» el arte, que «en aquella época fue utilizado en los medios de comunicación como herramienta de propaganda para sembrar el odio contra la minoría “Inyenzi” (“cucarachas”)».

«Los artistas de la época usaban el dibujo para difundir su ideología de genocidio contra los tutsis», subraya Mucyo Martin, un ilustrador independiente de 20 años que forma parte del colectivo ‘Arte para la memoria’. «Hoy –confiesa–, nosotros, como jóvenes artistas que también dibujamos, hemos decidido corregirlo». Y en ello están.