
La investigación farmacéutica o de materiales en microgravedad ofrece posibilidades diversas a la realizada en la Tierra. La Agencia Espacial Europea (ESA) está desarrollando Space Rider, un pequeño laboratorio automatizado y reutilizable para experimentos científicos y tecnológicos en la órbita baja terrestre.
Este minitransbordador, del tamaño de dos monovolúmenes, se prevé que pueda entrar en funcionamiento en 2027 y, de momento, se siguen realizando ensayos, el más reciente la semana pasada, cuando una parte del módulo orbital superó una serie de pruebas mecánicas.
El director del programa Space Rider de la ESA, Dante Galli, señala que será «el primer sistema de transporte reutilizable y no tripulado de Europa, desarrollado para proporcionar acceso rutinario a la órbita baja terrestre y retorno desde ella».
El laboratorio puede hacer misiones de al menos dos meses durante los que desarrollar experimentos que permitan la demostración de tecnologías y beneficiar la investigación en farmacia, biomedicina, biología o ciencias físicas.
Tras cada misión, aterrizará en una pista en tierra donde los diversos experimentos serán recuperados y el transbordador se reacondicionará para el siguiente vuelo, hasta un total de seis.
Investigación
El objetivo principal es proporcionar «una plataforma flexible» para experimentos en microgravedad, un entorno único donde los procesos físicos, biológicos y químicos se comportan de forma diferente que en la Tierra.
Las condiciones de microgravedad pueden acelerar la cristalización de proteínas, que es «un paso crucial» en el desarrollo de fármacos, lo que permite un diseño más eficaz de los mismos.
Además, servirá para probar y validar nuevas tecnologías espaciales, como sensores avanzados, sistemas robóticos y componentes de satélites, en condiciones espaciales reales antes de su uso a escala real.
Space Rider también puede apoyar la fabricación de materiales y componentes innovadores que se benefician de la microgravedad, como cristales ultrapuros o fibras y aleaciones especializadas, así como la investigación en ciencias físicas.
Funcionamiento
Con una forma que recuerda a la de un transbordador espacial, aunque sin alas, integra superficies aerodinámicas curvas para generar sustentación durante el proceso de reentrada a la atmósfera con mayor estabilidad, maniobrabilidad y control de descenso.
El laboratorio que será puesto en órbita por un cohete Vega C consta de dos módulos, el orbital y el de reentrada, explica Galli.
El módulo orbital se basa en la cuarta etapa del Vega-C denominada AVUM+, que proporciona propulsión para mover y orientar la nave, y está equipada con un nuevo elemento, ALEK, que despliega dos paneles solares y suministra electricidad y otros servicios.
La estructura de ALEK es la que acaba de terminar sus pruebas mecánicas, con las que se ha sometido durante dos meses a las condiciones que experimentará cuando se lance al espacio.
Una vez terminada la misión, el módulo orbital proporciona el último impulso de desorbitaje y se produce la separación de ambos partes. El primero realizará una reentrada destructiva controlada, y el segundo regresará de forma autónoma a la Tierra.
En su regreso, el módulo de reentrada se ralentizará con paracaídas convencionales y después desplegará el parafoil, un parapente dirigible que permitirá «el aterrizaje controlado, totalmente automatizado, preciso y suave».

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