
Los expertos que intervienen este martes en el Congreso ‘Tecnología al servicio de las personas’, en el Palacio Baluarte de Iruñea, han coincidido en el enorme potencial y los excelentes resultados que tiene la aplicación de la inteligencia artificial (IA), pero han sido también unánimes en defender la necesidad de que la ética protagonice este proceso.
Y lo han hecho desde las responsabilidades asumidas como Administración pública y también como profesionales de sectores sensibles, como pueden ser los relacionados con los servicios sociales, la educación o la sanidad, entornos donde los datos personales de los que se nutre la IA son muy sensibles según el destino y el posible sesgo de su uso.
Luces y sombras
Lo ha puntualizado el director ejecutivo de la European Social Network, Alfonso Lara, quien ha reconocido que problemas como la falta de vivienda, la pobreza, el manejo de enfermedades crónicas o los indicios de deterioro cognitivo son asuntos en los que la IA puede contribuir con soluciones.
De hecho, ya lo hacen, según ha puesto de manifiesto con ejemplos llevados a cabo por ayuntamientos de varias ciudades de Europa, donde se ha logrado reducir en un año un 40% el sinhogarismo identificando con alertas de riesgo pautas como impagos; reducir el riesgo de caídas y lesiones en personas mayores monitorizando datos de sensores; o identificar deterioros cognitivos o soledad no deseada con encuestas personales dirigidas por IA.
No obstante, Lara ha señalado que la programación de estos sistemas para obtener un programa efectivo necesita manejar «grandes volúmenes de datos», con debates sobre la vulneración de la privacidad y con el riesgo de que se incorporen a las intervenciones de la IA «sesgos relacionados con la raza, el género o la orientación sexual» que contribuyan a perpetuar las desigualdades habituales en los usuarios de los servicios sociales.
Al respecto, ha rechazado de plano «abandonar la inteligencia artificial, inviable porque ya está ahí y porque hay programas con resultados muy positivos» en este sector como los ya explicados, por lo que ha concluido sin fisuras que la IA «usada de manera adecuada puede ser para los profesionales una herramienta transformadora» para mejorar la eficacia en la prevención y la intervención en los servicios sociales.
«Perspectiva humanista»
En la misma línea, pero de forma generalista en todos los sectores, ha intervenido por videoconferencia el secretario general del Supervisor Europeo de Protección de Datos, Leonardo Cervera, quien ha analizado los distintos modelos internacionales de desarrollo de IA y los retos del enfoque europeo, especialmente en términos de regulación, privacidad y ética.
Así, ha defendido la «perspectiva humanista» de la Unión Europea en la regulación de la IA, que opta por un modelo de «equilibrio» entre los otros dos existentes, el estadounidense «que deja operar al mercado y regula después», y que ha traído problemas en los sectores críticos, y el chino, que «maneja el asunto, planifica a largo plazo y hace determinadas inversiones», además de plantear riesgos para la privacidad.
Cervera ha advertido con «preocupación» de un escenario en el que la IA «se cuele en los mecanismos de decisión militar» y ha abogado por la necesidad de establecer un convenio internacional para regular la IA «como el que en su día se hizo para el uso y no proliferación de las armas nucleares».
Mientras, ha defendido la visión europea de «un sistema que trata de equilibrar las necesidades de progreso e innovación con la idea europea de cómo debe gobernarse una sociedad con respeto a la dignidad de las personas» y establecer mecanismos internacionales de control.
Desde la UE se ha creado un sistema que plantea varios niveles de riesgo y, en función de la calificación del uso de la IA, los controles pueden ser desde muy rigurosos a mínimos, en un proceso que ha puesto como ejemplo de que «hay que tener las dos cosas, regulación e innovación, no una u otra», como plantea «la trampa de las falsas dicotomías», basada en la existencia de solo uno de estos dos conceptos.
«Hay que tener una regulación inteligente, no una regulación tonta», ha defendido el representante del Supervisor Europeo para señalar que la nueva Comisión Europea está precisamente en esa reflexión, cuyos resultados en forma de una regulación más amable, pero también «segura e inteligente» beneficiará a todos, también a las administraciones públicas.
Sector público
El discurso de apertura ha corrido a cargo del vicepresidente primero y consejero de Presidencia e Igualdad del Gobierno de Nafarroa, Félix Taberna, quien ha intervenido como representante de una administración pública, pero también como sociólogo, en calidad de lo cual ha reconocido que la IA es «una revolución social» como lo fue la revolución industrial. Ha recordado que aquella supuso una gran transformación social y que, como ahora, generó «dos actitudes, la del miedo y la de la esperanza».
Y en este escenario, Taberna ha optado «por talante progresista» a favor de la IA, «de la esperanza en el bienestar y el conocimiento», mientras que como vicepresidente del Gobierno foral ha compartido esa opción y la de «la necesidad de pasar de la Administración decimonónica a la electrónica», con avances que ya se evidencian en varios programas y actuaciones, como Ikasnova, el cluster de Computación, la oficina del dato o la Fundación NAIR Center organizadora del evento.
El congreso lo clausurará el consejero de Universidad, Innovación y Transformación Digital, Juan Luis García, quien en su intervención ha destacado el compromiso de Nafarroa con un modelo de desarrollo tecnológico centrado en la ciudadanía. «La inteligencia artificial no es un fin en sí misma, sino una herramienta para mejorar vidas y construir una sociedad más justa, inclusiva y sostenible», afirma en una nota del Ejecutivo foral.

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