
Como cada día, al final del encierro, los espectadores y familiares esperan el parte médico del evento. Por discreción, no daremos ni siquiera iniciales, pero además de algunos corneados y numerosos contusionados, al final (y al principio) del encierro se observaban cientos de perjudicados.
El tradicional encierro de la villavesa ha cumplido su cometido. Minutos antes de las 08:00 ha congregado en la cuesta de Santo Domingo a cientos de gaupaseros, almas sanfermineras que se resisten a poner fin a las fiestas iruindarras.
Poco a poco el repecho se ha ido llenando de corredores. Algunos han hecho pleno, corriendo los nueve encierros de los sanfermines. Otros también, resistiendo a las nueve noches de fiesta. Y, como ha dicho alguno con espíritu revolucionario, «¡hasta la mañana, siempre!»
Los corredores aguardaban el cohete con San Fermín subido a la hornacina y las mozas y mozos exponiendo un amplio repertorio de cánticos. Mientras tanto, Indurain y su comparsa del Movimiento 15 de Julio aguardaban en los corrales de Santo Domingo, cerveza en mano y bajo un agradable sol mañanero. «Es el mejor rato», reconocía uno de ellos. «Luego ya lo de correr...»
Con el cohete y no sin dificultades, Indurain ha remontado, subido en su mítica Espada, los primeros metros de la cuesta de Santo Domingo hasta encontrarse con el verdadero pelotón, compuesto por los citados gaupaseros y los cada vez más curiosos que se aglutinan a lo largo del recorrido.
Entre los corredores, habituales del encierro como Iker, a quien, a diferencia del resto de días, la masificación no le molestaba en exceso. «He recibido hoy más codazos que en todos los sanfermines. Pero bueno, hoy no me duele, veremos mañana, que tengo comida». No queda claro a qué «mañana» se refiere. El espacio-tiempo estaba difuso.
Otro habitual y que ha llamado la atención de muchos de los presentes ha sido Koldo. Pastor durante los encierros del 7 al 14 de julio y que hoy, vara en mano, ha tenido más tarea que nunca. «El ganado de dos patas lo llevo mejor, estos dan más trabajo», ha señalado con humor, antes de ponerse más serio y recordar, en este encierro de la villavesa, a «los compañeros de las villavesas que están en lucha».
No era fácil avanzar e Indurain y su séquito lo ha hecho a trompicones. Los momentos de mayor tensión se han vivido, como suele ser habitual cada 15 de julio, en la curva de Mercaderes, donde el antideslizante expandido por el Ayuntamiento de Iruñea ya no hace efecto, con el resultado de decenas de personas por el suelo.
A las habituales montoneras, este 15 de julio en la calle Estafeta había que sumar los repartidores que comenzaban a poner cierre a las fiestas y a quienes había que esquivar. No todos los reflejos estaban al mismo nivel. A pesar de ello, nada ha evitado que la muchedumbre haya alcanzado la Plaza de Toros y haya reclamado que se les abriesen las puertas. Como cada año, sin respuesta. Pero tampoco esto ha sido problema. En encierro ha terminado en el callejón, la fiesta no.
Así, el parte del último encierro ha sido de cientos de personas perjudicadas y algún contusionado. Los traslados, en este caso, han sido a sus respectivas casas, aunque más de uno se resistía. Y es que, ahora sí, los sanfermines han terminado.

Rozalén y Fernando Velázquez publican una versión del villancico ‘Hator hator’

El rock escocés homenajea al artista norteamericano Dennis Hopper

La verificación de la edad con selfis, un sistema de identificación cada vez más frecuente

‘Sitsak’, Izaki Gardenak taldearen disko berria















